Gaul.

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No quería despertar, estaba segura que no lo haría por mi cuenta. Pronto, ese líquido con sabor metálico llego a mi lengua, sentí el desagradable sabor y abrí los ojos con cuidado.

Sentía que mi cuerpo había recibido una paliza tremenda.

Por fin despierta—Exclamó una voz femenina.

Mis ojos viajaron a ella para analizarla, tenía el cabello corto y ropa muy elegante, leía una revista y estaba muy concentrada en ella.

Soy Gaul—Subió la mirada y estrechó su mano con la mía. Su parecido con margaret, la enfermera de la vieja clínica y pareja de Roger, era impresionante.

Su tacto no me daba confianza, podría ser cosa mía, pero, si mi mente desconfiaba, mi corazón también lo haría.

Daniel descansaba en una silla con la cabeza hacia atrás, esa posición iba a  pasarle factura pronto.

Quiero ver a Nathaniel—Exigí.

Ella sonrió y se levantó para sentarse en la camilla donde me encontraba, cosa de la que no me había percatado.

¿Por qué estaría aquí?

—Disculpa al vigilante de la habitación de Nathaniel, le he dicho muchas veces que no debe golpear a las mujeres—Dijo e intentó tocar mi labio.

Me alejé por impulso y toqué mi nariz, sin duda el golpe había sido cerca de esa zona, además del labio.

Pronto, el recuerdo vino a mi, Nathaniel estaba a punto de decirme algo cuando sentí que alguien entraba, cuando me di  la vuelta para analizar la situación, el golpe llegó a mi en cuestión de segundos y no supe más de Nathaniel.

—Soy la doctora de Nathaniel, hija de Roger, el dueño de la clínica. Soy la única que tiene derecho a otorgar permiso de quién lo visita y quien no—Informó y tomó la bata blanca que estaba en la silla. No pude evitar sentir cólera ante ella.

Si era hija de Margaret, lo había confirmado. Ambas me daban desconfianza, supongo que de tal palo, tal astilla.

—Si te dejaré verlo, solo veinte minutos, el lo exige—Se encogió de hombros y se colocó la bata encima de la ropa elegante. Me aclaraba de ante mano que no lo hacía por mi, lo hacía por Nathaniel.

Daniel se levantó luego de unos segundos, con un movimiento, Gaul, nos indicó que la siguieramos a la habitación de Nathaniel.

—Es linda, se ve agradable—Comentó Daniel en un susurró mientras le pisabamos los talones a la presumida enfermera.

Créeme, no te agradaría—Susurre y el comenzó a reírse.

—Te escuché—Volteo de pronto y me fulminó de pies a cabeza—El niño se queda conmigo—Indicó, dando dos pasos hacia atrás, permitiendome el permiso para entrar, Daniel se posó a su lado y asintió hacía mi.

Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora