Recolección de datos.

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Debía comenzar una nueva vida, a pesar de sentir ganas de que alguien más me cuidará, debía hacerlo yo sola.

¿A dónde vas tan temprano y con tanta elegancia?—Apareció daniel, restregandose los ojitos.

—A dónde vamos—corregí y el frunció el ceño.

—Iremos a buscar comida para llenar esa nevera—Señalé y el asintió.

Ni siquiera tomo un baño, acto que me hizo desesperar, aún así, no iba a obligarlo, también debía comprarle algo de ropa nueva.

—¿Me has llamado Daniel?—cuestiona justo en el momento que pasamos las grandes puertas del hotel que daban a la calle.

—Eres Daniel Jones, mi hermano—le guiñe un ojo y el entendió perfectamente.

Comenzamos a caminar cerca de mi casa, no habían policías, pero, aún permanecía la cinta amarilla.

—¿Qué tan bueno eres distrayendo a las personas?—Me agache y lo observé.

Una sonrisa malévola se posó en su rostro y siguió de largo.

—Mira y aprende—Presumió y continuó su camino al grupo de vecinos que estaban en la cuadra.

—¡Ayudenme, por favor, alguien se ha llevado a mi hermana!—Comenzó a gritar desesperado. Los vecinos se acercaron a el y comenzaron a hacerle preguntas.

Fue el momento perfecto para atravesar la cinta amarilla y pasar a la casa por la parte de atrás.

Agradecí al cielo que la puerta pudiese ser manipulable, por la ventana observe a Daniel manteniendo el drama, esta vez, logró llevarse a todas las personas a otro lugar para indicar donde se habían llevado a su hermana.

Subí las escaleras y comencé a buscar entre el papeleo que había en la habitación de Genevie. Después de cinco minutos exactos sonreí y guardé los papeles en mi abrigo.

Por la ventana noté como los vecinos regresaban con Daniel manipulando sus pasos. Estaba dispuesta a ir a darle apoyo, aun así, apareció nuevamente, alterando todos mis sentidos.

—Ha pasado mucho tiempo—Dice, otra vez en un susurro, ya no tiene voz de niño. Me doy la vuelta para encararlo, es en ese instante donde puedo observarlo mejor, ha crecido, ya es un hombre. Todo en su rostro encaja perfectamente, su sonrisa es más amplia y sigue teniendo el mismo corte de cabello, contando la barba que le ha crecido.

—Dylan—Susurro. Se acerca a mi y alza una de sus borrosas manos para acariciar mi rostro. Quiero congelar por toda una eternidad este momento, aun así, la voz de Daniel hace acto de presencia, interrumpe el momento y Dylan se marcha una vez más.

Rápidamente decline la idea de pasar un segundo mas en esta casa, pero, pronto recordé las puertas del sótano. Como impulso inconciente, ya me encontraba intentando forzar la cerradura. El olor era mucho más fuerte e insoportable de lo que recordaba, cada vez se hacia más intenso.

Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora