Actuemos.

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Tres horas, tres horas de desgracias han pasado, Gaul está cantado una extraña canción de los setenta. Es la sexta copa de vino y aún no deja de dolerme lo que le he hecho a Annie.

¡Ven aquí!—grita, intentando esparcir su voz por toda la casa, la música esta muy alta, no me deja pensar con claridad.

Rechazó su invitación y me concentró en el futuro, no podría dejar que las cosas se quedaran así, sin duda, la felicidad de Gaul iba a durarle poco, quería ser egoísta en ese instante, solo yo quería disfrutar de todo.

~

Hace horas que me levanté y decidí ser fuerte, decirlo era una cosa, sentirse fuerte, era otra. Daniel aún no se levantaba y agradecía que no lo hiciera, no estaba de ánimos para hablarle.

Suspire luego de tomar una sola copa de vino, no me apetecía tomar más de una. Comienzo a organizar las cajas que Nathaniel ha desordenado, mi confianza ha sido quebrantada.

Tengo la lista en mi manos, varias lágrimas han caído en ella, no me importaba que se manchara. Me acercó a la cama y observó debajo de ella, hace días, antes de dormir aquí, Thomas me había dicho que había un baúl secreto debajo de la cama, podía guardar cosas importantes, le reste entusiasmo, si el lo sabía ya no era un secreto.

Abrí una de las tablas sin mirar, mi cuerpo no entraba debajo de la cama. Tomé la caja pequeña que había dentro y luego la cerré.

Sonreí satisfecha, los papeles seguían dentro. Nathaniel se había llevado los equivocados, bingo.

Doble la lista que me había dado el joven, iba a quemarla. Luego, me percaté que tenía algo escrito detrás.

Ven el domingo para rescatarme. Me toca hacer guardia.

~

—¡Los tengo!—Gritó alzando los papeles.

Rodé los ojos y llene otra copa, nunca pensé que alguien llegaría a obstinarme.

—Usted dirá—baja un poco la voz, parece que ha recordado su roll. Eso me alegra.

Bien, dentro de cinco minutos estaré ahí—Toma las llaves del auto y me hace una seña para que la siga.

Crecer tanto tiempo solo para convertirme en el perrito de una mujer ingenua. No luche tanto para esto.

~

Tocó la puerta por segunda vez, habían pasado muchas horas desde lo sucedido. No podía quedarme tranquilo, así me amarrara a mi mismo en una silla.

Al fín abre, es Daniel y parece recién levantado.

—Pasa—Murmura.

Annie no está en la sala. Me limitó a sentarme y el se dirige a la cocina.

—¿Qué dices si me cocinas algo?—Sus ojos se agradan y junta sus manos para pedirme el favor.

Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora