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Aquí comenzaría el verdadero peligro, simplemente era pequeña para sospecharlo. Cuando Dylan se esfumo, un extraño olor llamó mi atención, provenía de la puerta derecha del sótano. Se resumía a dos puertas, ambas estaban cerradas.

Mi curiosidad despertó, el olor era simplemente desagradable. Quería abrir esa puerta.

Annie Jones—Dijo mi madre desde arriba. Acomodé las cosas en su lugar sin obtener lo que buscaba, sentía dolor en todo el cuerpo debido a la caída. Dejaría para después el secreto que escondían esas puertas.

Subí los escalones sin mirarla directamente—Estas asustada—Asegura y se acerca a mi.

¿Parezco asustada?—pregunté con algo de nerviosismo. Solo en ese momento entendí que si lo estaba. Su asentimiento me dio molestia y solo la ignore.

¿Dónde estabas?—Cuestionó con enojo y rode los ojos, su rostro estaba rojo y parecía no haber dormido por semanas. Estaba descuidada y el motivo era un hombre del mundo, el amor no te salva la vida.

Suspiré y le mostré mi brazo sin preocupación, no pensaba contarle que quizás hay un niño viviendo en casa, mucho menos pensaba decirle de las puertas, aunque, dudaba que ella no lo supiese siendo esta su casa. Tenía la intención de volver algún día. Hizo exactamente la misma mueca que yo en su momento, era de repugnancia, comenzaba a agrandarse. Buscó las vendas, algodones y cremas para sanar. Ella si tenía el tamaño para conseguirlas.

Sentada, una vez más en la ventana, decidí encararla sin importar que me gritará, su mirada estaba concentrada en mi brazo y no había formulado ninguna palabra, pregunta o inicio de conversación.

¿Por qué quieres a alguien en tu vida?—Su mirada paso a mis ojos en cuestión de segundos, se veía vacía, sin toque de brillo ni de emoción.

No quiero estar toda mi vida sola, moriré de vieja sin haber amado a un hombre nuevamente—Susurró, como si fuese la desgracia más grande del mundo.

Hay personas en el mundo que tienen que lidiar con cosas más importantes.

Genevie ya había amado a alguien, nunca me ha dicho de ese hombre, pero la escucho llorar todas las noches, le llora específicamente a una foto, hay un niño pequeño en ella, muy blanco, con cabello negro.

Ella no quería que supiese la historia de aquella foto, decidí olvidarlo de una vez por todas. Genevie tenía la extraña maña de patear las cosas de su cuarto, las destrozaba hasta que nada fuesen. ¿Tenía ataques de ira?.

No creo que necesites de un hombre para ser feliz, haz cosas que te motiven a crecer cada día y amar la vida sin tener que depender de un hombre—Ella me miraba con atención, aún así, no dijo nada. Realmente no sabía si me haría caso, lo que sabía es que lo decía con sinceridad. Verla, era la clara respuesta de que ella misma estaba acabando con su ser.

Se levantó y dejó de mirarme, sus paso indicaban que saldría una vez más, esta vez no iría a buscar a un hombre. Seguro se iba a matar o algo que se le asemeje.

Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora