La oscuridad ante la duda

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¿Qué fue eso?—susurró Kenna al momento que dejaba el trozo de pie de vuelta al plato.

Era extraño, pero la única manera que había de entenderlo, era relacionarlo con la salida de Layla y su acercamiento al pueblo.

Sería algo injusto culpar a Annie ¿Cómo podría culpar a una persona que no sabía cuál era la situación?

Lea seguía concentrada en su lectura sin percatarse del peligro que afuera pudiese ocurrir, era el alma más seca e inestable que podría existir.

—Esperenme aquí—Ordené, seguido de tomar una de las armas más útiles que tenía en la cabaña, al salir, mi mirada se fijó en los alrededores, todo estaba muy oscuro como para visualizar de donde venía el disparó, luego, divise entre la niebla a tres personas corriendo de las cuales reconocí solo a dos.

Layla, por primera vez, enrredo su cuerpo al mío en una especie de abrazo, podía sentir sus latidos desesperados y su cuerpo temblando. Annie, tenía el ceño fruncido y seguía mirando el caminó de donde supuse que venía el disparó, por último, estaba un chico no tan alto, parecía no tener miedo, aún así, estaba alerta ante cualquier cosa y tenía sus puños apretados, después, al voltear su rostro, pude notar unas cuantas pecas, su cabello estaba desordenado y sus ojos eran azul oscuro, este mismo tono lograba que los mismos brillanse.

—Entren—ordené, mis ojos viajaron a la confianza que tenía el chico para pasar a la cabaña, de todas formas, no sería tan inhumano como para dejarlo afuera.

¿Quién vive tán lejos de la ciudad?—nos observó el chico pecoso buscando al culpable de tal lejanía.

—Es mi cabaña—delate—Si no te sientes a gusto puedes retirarte—Comenté, abriendo la puerta cinco minutos exactos luego de haberla cerrado.

El río y negó unas tres veces, de está forma, volví a cerrar la puerta.

Todos ustedes tienen un carácter de cuidar—agregó, sentandose junto a Layla para calmarla un poco.

Fue el momento perfecto para preguntarle a Annie que había sucedido, siendo esta la más calmada

~

—No es buen momento para preguntas—Me adelanté y el sonrió. Se me había vuelto costumbre responderle de forma seca e indiferente, cuando hace unos días era como una niña perdida.

Se poso justo a mi lado sin decir ni una sola palabra.

—¿Cómo se supone qué regrese a casa?—cuestioné, esperando su respuesta, el no era un sabelotodo, aún así, siempre lograba calmar mi ansiedad.

—Mañana yo te llevaré—Aseguró y luego se encaminó junto a Layla quien no lograba volver a su estado natural.

Annie Jones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora