dieciséis

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Cuando James se presentó en la casa de los Beauclerck, bastante se sorprendió de hallar en el salón, al que fue guiado sin muchos aspavientos por un lacayo muy ocupado, a la familia reunida.

Mathew, Lidia, Letice y Prudence parecían mantener una extraña reunión, en la que los dos primeros se hallaban a gusto y las dos últimas no deseaban estar.

Prudence llevaba el cabello suelto, evidentemente a medio acomodar y una fingida sonrisa implantada en el rostro, y tanto Letice como Mathew, traían sus trajes de viaje.

Su irrupción en la habitación llevó al grupo a volcar su atención hacia él.
Su novia le ofreció una instintiva sonrisa de alivio, mientras que de reojo pudo vislumbrar como Lady Letice apretaba con disgusto los labios.
James no la culpaba. Después de oír la historia de la relación que mantuvo con Lord Churston y el decepcionante final que ella había tenido, podía comprender que no le guardara especial cariño al protegido del Barón...
Lidia, en cambio, parecía encantada de volver a verle, y fue la primera en tenderle la mano para recibir su saludo.

-¡Que sorpresa hallarles aquí!- saludó él de regreso, carraspeando levemente ante lo que parecía ser una muy esforzada sonrisa coqueta en el rostro de Lidia.

-¡Lord Hamilton!- celebró Mathew, poniéndose en pie y dándole un entusiasta golpecito en un hombro. Apenas pudo lanzar una interrogante mirada a Prudence, pero ésta se limitó a  hundir sutilmente los hombros- ¡Que gusto volver a ver tan pronto a mi futuro cuñado! ¿Como van los preparativos de la boda? Espero haber llegado a tiempo para la fiesta de compromiso...

-Si, justo a tiempo a decir verdad...- musitó James, buscando la confirmación a sus palabras en su enmudecida prometida, que apenas asintió en un débil gesto de cabeza.

-¡Estupendo!- celebró el reciente duque de St Albans, alzando su copa-. Y usted llega justo a tiempo para brindar conmigo por mi regreso a la ciudad. Venga, ¿gusta un Brandy o prefiere el cognac?

James, aun aturdido apenas acababa de repartir saludos, pero decidió tomar el control de la situación.

-La verdad, preferiría tomar esa copa más tarde, Mi Lord- declinó, girándose hacia Prudence- En realidad contaba con dar un breve paseo por los jardines con mi prometida...

Ofreció una temerosa sonrisa a la joven, buscando su aprobación.

Sabía que visitarla tan pronto podía dejarlo en ridículo y que jugaba sus cartas abiertamente.

Luego de los eventos compartidos la noche anterior- y en especial aquel encantador beso que habían compartido en el viaje de regreso- James no tenía idea de en qué pie se hallaba con su prometida.

No sabía si continuar como hasta ahora, intentando construir una especie de amistad con la que cimentar una relación nacida únicamente en torno a la forzada unión que el compromiso les había impuesto, o por el contrario, lanzarse a un compromiso honesto y apasionado, opción por la que, tras el íntimo momento compartido la noche anterior, se sentía sumamente inclinado.

Había pasado la noche en vela. Apenas había podido pensar en otra cosa que no fuera tener a su prometida nuevamente entre sus brazos. No comprendía qué demonio le había poseído, pero aquél bendito beso había cambiado completamente las cosas. Solo tenerla allí, apenas a unos pasos, nublaba sus sentidos. Podría acortar la distancia que los separaba para lanzarse sobre sus labios en ese mismo instante, sin importar la presencia de Lidia, Letice o Mathew...

Pero aun no sabía cuál era la situación entre ellos. No sabía que pensaba Prudence de lo ocurrido...¿Se sentiría como él o, por el contrario- y de solo pensarlo un terrible peso le cortaba la respiración-se sentiría arrepentida o avergonzada de lo ocurrido? ¿Actuaría como si nada, fingiendo que nunca había ocurrido, o avergonzada ,tomaría distancia? ¿Y si, peor aun, bajaba el perfil de lo ocurrido, considerándolo uno más de los besos furtivos en su lista? No.... no podía ser que aquello no lo hubiese sentido ella también.

La PrometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora