diecinueve

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Se sentía terriblemente agotada. James la había llevado de grupo en grupo recibiendo bendiciones y enhorabuenas, devolviendo sonrisas e inclinaciones de cabeza, tendiendo su mano a un Lord y otro, y alabando un vestido, un peinado o un ridículo tras otro.

Había tardado en comprender que su compromiso no solo era una celebración de la pronta unión si no que además, era un verdadero gesto político y de poderío. La unión por matrimonio de dos más que importantes familias de noble linaje, parecía importarle a todo el mundo. Literalmente. Incluso el príncipe heredero había asistido a nombre de la corona a darles su beneplácito y el primer ministro había ofrecido sus respetos. Tampoco, hasta ahora, había comprendido la importancia de James, socialmente hablando. No solo era un Lord que vestía bonito y sabía bailar. Era el administrador de su ducado, el custodio del Palacio de la Reina en Escocia, y en muchas ocasiones había actuado como figura diplomática para la Corona. Estaba sorprendida, orgullosa y abrumada. James era mucho más que un joven apuesto y simpático.

Por su experiencia personal, hasta ahora creía que los Lores—y en especial los duques—eran hombres ricos que de nada tenían que preocuparse más que de cuidar su posición social y quizás sus finanzas. Su propio padre había sido un duque de aquellos, un gran representante de su clase: sibarita, despreocupado y frívolo. Y su segunda esposa no había hecho más que alentarle en su cinismo. Su hermano, al que veía bailar encantadoramente con una dama en una cuadrilla en ese instante, no era muy diferente. Decía haber cambiado y madurado, y esperaba sinceramente que fuera así, por su propio bien, pero tampoco esperaba mucho de él. Había creído toda su vida que los hombres de su clase no eran más que eso. Pero James le había demostrado lo contrario. Verlo moverse entre la gente con soltura y propiedad, con maneras elegantes y elocuentes, sin llegar a ser autoritario, distante o frívolo, y envuelto en el aura de su natural simpleza y amabilidad, le envolvía el corazón en calidez.

Tras esa noche solo podría quererle más de lo que creía que ya lo quería.

—Ven, querida—le sonrió el objeto de sus pensamientos, mientras se alejaban de un grupo con el que habían estado charlando—. Es hora de que nos tomemos un descanso. Lo merecemos. Además, hay algo de lo que quisiera hablarte...

Prudence le agradeció infinitamente la consideración y aceptó su propuesta. Mientras el conseguía un par de tragos, ella se escabulliría entre la gente, intentando pasar desapercibida, hacia el jardín de rozas que había bajo uno de los balcones a esperarle. Necesitaban un respiro y la verdad es que ansiaba un instante a solas, los dos antes de dar el anuncio oficial y bailar su primera pieza como prometidos. Pero...¿de qué querría hablarle?¿acaso había cumplido mal con su rol?¿se había comportado, acaso, de manera inadecuada? Lo dudaba, ya que ella conocía más que de sobra los protocolos y reglas de etiqueta...y si él creía que había fallado en algo, seguramente tendrían problemas...

Haciendo un gran esfuerzo por no quedar atrapada en algún grupo de conversación o en alguna otra presentación de desconocidos que poco le importaban, logró salir por uno de los balcones sin mayores interrupciones. Creyó que había conseguido escabullirse sin ser interceptada o vista por algún invitado, hasta que una vez fuera se encontró de frente con Lord Penshurt y Lord Derby que compartían un cigarrillo, comentando sobre los avances que habían hecho respecto de la situación de Madame de Foix.

Ambos interrumpieron la charla al notar su presencia, volteándose a verla.

—Lady Prudence—saludó Edward, con una leve inclinación de cabeza—. ¿Ha venido a tomar el fresco?

—Por su aspecto se diría que no esperaba toparse con nosotros—se burló con una media sonrisa Charles Hardinge, inclinando su copa en gesto de saludo—. Tal vez desee que hagamos de cuenta que no la hemos visto y continuemos con nuestra charla sobre el encantador aroma a peonias que inunda el salón de baile...

La PrometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora