veintinueve

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No podía hacer otra cosa más que pensar en James y en que muy pronto se convertiría en sus esposa. Los días siguientes, vertiginosos y atareados, la mantuvieron alejada de casi todas sus demás preocupaciones. Ahora, con el misterio del hijo ilegítimo y el testamento perdido develados, parecía que ya no necesitaba ocuparse más de lo que pudiera o no estar ocurriendo en la residencia de los Beauclerck, y toda su atención podía volcarse al fin, en la boda que se realizaría a fines de esa misma semana.

Si bien, había dedicado algunos minutos de sus pensamientos en ayudar con los preparativos de la partida de lord Churston, que debía salir del país lo antes posible, bajo las amenazas de demandas del aún esposo de la condesa de Foix, sabía que habían sido los mínimos. La ansiedad la carcomía y deseaba con todas sus fuerzas que llegara el ansiado día y pudiera al fin instalarse junto a James como su esposa. La certeza de que sería el inicio de una nueva vida, brillante y segura al lado del duque la llenaban de emoción.

Aun así, había tenido sus momentos de nostalgia, al recordar que no regresaría dejará atrás su vida en Bestwood Lodge, y la familia que lo habitaba. El día siguiente en que descubrieran que la ama de llaves de la familia era en realidad la hermana de su fallecido padre, se encontró con Mathew vagando a solas por el jardín. Pudo verlo desde la ventana de la habitación de Lidia, donde ella misma la ponía al día de lo ocurrido durante la noche.

Parecía cabizbajo y abstraído. Sabía que conocía poco a su hermano, que había preferido pasar los últimos años estudiando y desenmascarando médiums en el continente que preparándose para tomar el rol de duque, pero podía adivinar por su andar que algo le aquejaba. Se compadeció y abandonando a Lidia, que no dejaba de parlotear sobre su sufrimiento, decidió unirse a su paseo.

Lo alcanzó más allá de los arbustos de rozas. Se había sentado en el borde de una jardinera y miraba el suelo, resignado. Sin decir nada, se instaló a su lado.

—¿Le has dado ya las buenas nuevas a Lidia?—preguntó el, viéndola de medio lado.

—No estaba muy contenta con ninguna de las dos noticias—sonrió ella, negando con la cabeza—. Al parecer, no le agrada la idea de estar emparentada con la ama de llaves, a pesar de que le expliqué reiteradamente que la señorita Lemon es sólo nuestra tía, y que con ella solo tendría un parentesco "político". Y tampoco le gusta saber que me casaré tan pronto. Comentó que su madre se opondría a una celebración mientras aún estaba en duelo por la muerte de mi padre, pero que también le molestaría saber que no es lo suficientemente "opulenta", como correspondería.

Mathew sonrió de medio lado.

—Sólo estoy de acuerdo con ella en cuanto no quiere que te marches.

Prudence alzó una ceja, sorprendida. ¿Acaso Mathew la extrañaría en Bestwood?

—No creo que ni ella ni tu puedan echarme en falta de algún modo: tu casi no viviste conmigo nunca y ella sufrió las consecuencias de vivir conmigo.

Mathew sonrió.

—Aun así, será extraño que no rondes por aquí—asintió.

Prudence comprendió de improviso lo que aquejaba a su hermano. Ahora que sus padres estaban muertos, eran lo único que les quedaba al otro de lo que alguna vez fue una familia. Probablemente recién se había hecho consciente de su soledad, a diferencia de ella que arrastraba con ese dolor desde la muerte de su madre.

—Nos seguiremos visitando—le comentó, haciéndolo dedicar una sonrisa—. Siempre y cuando te deshagas de Lidia lo antes posible.

Mathew soltó una sonora carcajada.

—Me temo que cargaré con ella las próximas temporadas—bufó, hundiéndose de hombros—. Su madre no está en condiciones de cuidarla y no le veo ninguna posibilidad en el mercado laboral. Probablemente sea Lidia la siguiente Letice de la familia.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2023 ⏰

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