diecisiete

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El compromiso del duque de Hamilton con la hermana del duque de Sant Albans no era una noticia de aquellas que la sociedad pasaría por alto, y a pesar de que los avisos habían sido debidamente publicados en el London's Gazette hacía semanas, el baile en que se haría el anuncio oficial de la unión era un evento casi tan importante como la celebración de la boda misma.
No solo se trataba de una unión socialmente apetecible: la novia era una dama connotada, de reconocida belleza, refinados modales, y con extensas redes sociales y el novio era a todas luces uno de los solteros más codiciados de las últimas temporadas sociales; si no que además la unión llevaba una inmensa connotación política: a través de su enlace se verían unidas dos de las familias más poderosas y de noble linaje de toda Inglaterra.

Los novios y sus familias, sabían muy bien que del éxito del evento dependía lo que se hablara de la pareja para el resto de sus vidas: un anuncio de compromiso aburrido y pusilánime llevaría a mezquinos comentarios sobre la pareja y tristes augurios sobre su relación, lo que afectaría, crease o no, en sus respectivas posiciones tanto de poder como de influencia social.

Por suerte para ambos, contaban con muchas manos expertas que no solo les habían aliviado el trabajo, si no que además los ayudarían a ofrecer el baile del que se hablaría por el resto de la temporada.
La familia del novio, conformada para el caso, por la Baronesa de Penshurt y Lady Manners, asistidas por la Condesa de Derby y Madame de Foix, se habían arrojado con esmero a la apertura y preparación de la residencia familiar de ciudad del duque, Douglas Mannor, en pleno barrio de Mayfair, adecuando aposentos y batallando con la ayuda de un ejército de sirvientes en la limpieza, orden y decoración de los salones que se utilizarían para el evento, y así también habían puesto todos sus esfuerzos en el atuendo de la novia.
Como ésta aun se hallaba en periodo de medio duelo tras la muerte de su padre, debieron escoger cuidadosamente la combinación de colores que le permitiese llevar algo en negro y al mismo tiempo que se viera festiva y elegante. A pesar de las dificultades, y la reticencias que la Novia había mostrado al comienzo, el resultado conseguido, tanto con la decoración del salón de baile y el de música, como con el vestido que llevaría la novia, habían dejado a todas las damas satisfechas.

Lady Penshurt, que al comienzo había temido que la novia no estuviera conforme con el trabajo realizado, ya que parecía distante y poco entusiasta, el día en que hicieron la prueba final del vestido para la celebración, había acabado abrazando emocionada a la que pronto sería la esposa de su tío, tras oírla exclamar cuan ansiosa esperaba ver el rostro que pondría el novio cuando la viera con él.

Pero la celebración del anuncio de la unión no era el único evento al que se someterían los atareados novios aquél día.

También, y cuestión que mantenía en aún mayor expectación a Prudence, que la celebración misma, ese día recibirían en Londres a Lady Whilelmina Manners, la querida tía del novio que poco frecuentaba ya la escena social, pero cuyo renombre alcanzaba a asimilarse al de una leyenda.


Se trataba de una dama de avanzada edad, de quién se decía que tras rechazar las mejores propuestas de matrimonio en la temporada de su debut, había anunciado a todo mundo su decisión de mantenerse soltera. A pesar de los esfuerzos de sus padres por hacerla entrar en razón, se había mantenido férrea en ella y había decidido establecerse en un pueblito costero del sur en el que se dedicó a los estudios y la beneficencia, así como a criar a la pequeña hija que su joven sobrina había dejado a su cuidado, tras su muerte.

La idea de los novios era recibirla a la hora del almuerzo en la residencia de Lord Hamilton, en el prestigioso barrio de Mayfair.

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