I HATE YOU, BETH ♕ [ᴛʜᴇ Qᴜᴇᴇɴ'ꜱ ɢᴀᴍʙɪᴛ] ♕

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Tɪᴇɴᴇs ᴍᴜʏ ᴍᴀʟ ᴘᴇʀᴅᴇʀ﹐ Rᴏsᴇ

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𝟷𝟿𝟼𝟽 (𝟷𝟿 𝑎𝑛̃𝑜𝑠)

Rose se despertó adolorida y con algunas zonas del cuerpo entumecidas. Se incorporó con una mueca de dolor y se sorprendió al encontrarse a Benny en la misma posición en la que lo había visto justo antes de dormirse. 

    —Buenos días… Supongo… —dijo el chico sin mirarla— Son las diez de la noche. 

    —¿No te has movido de ahí en todo el día? —Benny rio como respuesta. 

Rose se puso en pie como pudo y, cojeando, se dirigió hacia el teléfono negro. 

    —¿Puedo usarlo? —preguntó Rose. Benny la miró y asintió. 

Rose marcó cada uno de los números de teléfono de su casa y se llevó el aparato al oído. 

    —¿Quién es? —se escuchó la voz de Jack al otro lado. 

    —¡Papi! —exclamó Rose intentando no ponerse a llorar, no podía evitar sentirse culpable por todo lo ocurrido. 

    —Rosie, ¿por qué llamas tan tarde? 

    —He ido con mi hermana a pasear por un parque… No hemos vuelto a casa hasta ahora y… —Rose cerró los ojos con fuerza al notar cómo se le quebraba la voz. 

    —Está bien… —respondió su padre— ¿Te lo estás pasando bien? 

    —Sí.

    —¿Cuándo vuelves, Rosie? 

    —En unos días… No lo sé… —Escuchó un suspiro al otro lado de la llamada. 

    —Sigue llamándome todos los días, ¿vale? 

    —Sí, papi. Te quiero. 

    —Y yo a ti. 

Rose colgó la llamada y se abrazó a sí misma para evitar romper a llorar. 

    —Es la primera vez que te oigo decir más de diez palabras seguidas y más de la mitad han sido mentira —comentó Benny. 

Rose decidió ignorar aquellas palabras, pues, de no hacerlo, le proporcionaría un puñetazo en la cara. 

    —¿Puedo quedarme aquí unos días? —Benny se sorprendió ante esa petición— Hasta que vuelva Beth. 

    —Vale —respondió Benny con indiferencia—. Puedes sentarte en esa silla con un libro y ser como un mueble más. 

Rose frunció los labios. Si el ajedrecista seguía haciendo ese tipo de comentarios, iban a acabar mal. 

    —¿Tienes algún libro más? Ya me he leído todos los de la estantería. 

    —Ahí está mi libro —respondió él señalando la mesa. 

    —Muy gracioso… —contestó Rose con ironía. 

    —No bromeaba —dijo él serio—. Creo que no tengo más libros ahora mismo. 

Rose resopló y cogió el libro de mala gana. Luego, se tumbó sobre la colchoneta prácticamente deshinchada y abrió la primera página. 

    —Ya tienes entretenimiento hasta que vuelva tu hermana.