I HATE YOU, BETH ♕ [ᴛʜᴇ Qᴜᴇᴇɴ'ꜱ ɢᴀᴍʙɪᴛ] ♕

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Dᴜᴇ́ʀᴍᴇᴛᴇ﹐ Bᴇᴛʜ

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𝟷𝟿𝟼𝟽 (𝟷𝟿 𝑎𝑛̃𝑜𝑠)

    —Rose —dijo Jack mientras movía el hombro de la mencionada suavemente para despertarla.

En cuanto ésta se despertó, se sobresaltó al ver a su padre dentro de su habitación. Pues, de normal, nunca entraba. Vio el rostro de pena que el hombre tenía y supuso que algo malo había pasado.

    —¿Qué pasa? —preguntó la chica con miedo.

    —Es sobre Benny...

Rose se temió lo peor y se quitó las sábanas de encima para ponerse en pie.

    —Dime que Benny está bien —exigió alterada. Jack agachó la cabeza como respuesta.

    —Creo que es mejor que no lo veas y lo recuerdes como cuando estaba bien.

    —¿Qué le ha pasado? —preguntó Rose con la voz quebrada.

    —Era muy mayor, Rosie...

    —No... No... —lloró Rose. Jack se acercó a ella para abrazarla y consolarla— Era mi único amigo...

    —Lo sé, Rosie... Lo sé...

Rose lloró en el hombro de su padre durante varios minutos. No se podía creer que ya no volvería a ver a su mascota, que ya no volvería a jugar con él y que nunca volvería a recibirla entre lametones.

    —Lo enterraré en el jardín —dijo Jack—. Te avisaré para que vengas luego.

Rose asintió y, cuando dejó de notar el calor corporal de su padre, se tuvo que abrazar a sí misma para consolarse.

Se sentía sola, más sola que cuando ocurrió el accidente. Esta vez, ya no tenía a Beth a su lado.

Los minutos parecieron eternos hasta que Jack volvió a abrir la puerta de la habitación para avisar que ya podía bajar al jardín. Rose aún seguía con su pijama puesto. En cualquier otro día corriente, su madre le habría gritado por no asearse antes de salir del dormitorio; pero, esta vez, no importaba. Tenía que despedir a su mejor amigo, eso era lo único importante en ese momento.

Llegaron al montículo de tierra que su padre había hecho en el jardín para enterrar a Benny. Rose se arrodilló en el suelo y acarició la tierra recién colocada. Inmediatamente, comenzó a llorar. Jack no sabía qué decir, por lo tanto, acarició el hombro de Rose y luego se fue para dejarla despedirse de su amigo en privado.

Pero Rose no dijo nada. No era necesario decir nada. Solo necesitaba estar junto al lugar donde yacería su amigo eternamente.

    —Rose —gritó su madre desde la puerta de la casa—. Teléfono.

Rose se limpió las lágrimas y se puso en pie. Ni siquiera se molestó en sacudir el pantalón del pijama para retirar la tierra. Caminó hacia la casa y se dirigió hacia la cocina, donde estaba el teléfono.

    —¿Sí? —preguntó Rose con la voz rota.

    —¿Rose? —se escuchó al otro lado de la llamada.

    —¿Beth?

    —Espero que no tengas nada importante que hacer porque... estoy en Ohio. —Rose podía notar la ilusión con la que hablaba su hermana, pero ella solo quería llorar— Aún recuerdo que me prometiste que vendrías a verme jugar.