Soledad

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Una línea. Otra línea.
Y una última más.

Brotan tantas lágrimas, y con ellas también los sentimientos.

Negro, rojo, más rojo aún.

Cuando la soledad invade, les facilita la entrada a ellos: Invasores aéreos, caminando sobre nubes metálicas y filosas que atraviesan los pensamientos.

¿Acaso alguien más puede verlos? ¿Es tan difícil entender el ardor de la piel resurgiendo una y otra y una última vez?

Se ha vuelto tan recurrente imaginar dichas lágrimas y el recordar momentos fugaces donde todas las hirientes palabras en forma de dolor desaparecían. Así fuese por un momento, pero lo hacían.

Tengo miedo de mí misma.

No quiero volver a ello.

Escapando de mi prisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora