Capitulo 27: El Alma del Oscuro

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Azy se sintió alejada de su cuerpo. Alastor se había marchado entrada la madrugada y ella sin poder hacer nada más, se quedó allí, en aquel bosque en el medio de la nada, no volvería a casa de Bastiaan, no tenía nada que hacer allí, tampoco le había pedido que regresara, ahora él tendría una vida nueva, una en la que ella no hacía falta.



Todo lo que había conocido en su vida no la ayudaría de mucho ahora, no poseía conocimientos específicos sobre cosas importante, al menos sabía manejar una computadora, activar una alarma, desarmar su arma para limpiarla y volverla a armar, asesinar a un humano, Demonios, Vampiro, Lobo, Hada, Elfo, Bruja... en definitiva, cualquier criatura que estuviese viva. Era buena en todo aquello, pero no lo era para arreglar desastres, y lo que sentía en su interior era uno de esos. Un maldito y condenado lío del que se tendría que deshacer en algún momento.

La memoria de todos sus muertos pesaba demasiado, cadáveres y cadáveres de errores se aglomeraron frente a sí dispuestos a ahogarla en la sangre de sus crímenes. No tenía la culpa, y quizás era la única que la tuviese... Pero en definitiva, no quería todo lo que se comenzaba a formar en su cabeza, demasiados caminos complementarios, muchas vías de escape, pero ninguna solución.

Ver a Kev... saber lo que había sido de él después de que ella lograra librarse de su madre; tener la certeza absoluta de que era su culpa, no ayudaba... Tampoco lo hacía saber que Remian se había separado completamente de ella, no la estaba buscando, tampoco intentó comunicarse, absolutamente nada.

Los dos sabían para qué se retiró, pero lo mínimo que había creído es que al menos se preocuparía de que... estuviese bien. Pero eso sería afrontar el hecho de que al menos un poco le importaba, y para el pensamiento del Ángel significaba rebajarse frente a la escoria, que era lo que ella representaba... Si tan sólo se encontrara alguna vez con un Hada Mágica le pediría que su futuro enamorado tuviera los cojones suficientes como para quererla tal y como era, no para castigarla por ser una paría.

― ¿Qué haré conmigo? ―murmuró perdida.

Al mirar al frente se quedó pasmada, allí, en medio de la luz de la luna había un Ángel, un hermoso Ángel de alas negras. La sangre manchaba sus manos y su cuerpo, sus lágrimas caía de sus ojos en una expresión de agonía constante.

― ¡Devuélvemela! ―gritó a la nada.

Azael se quedó allí, muda, y luego comenzó a acercarse lentamente, el Ángel posicionó sus temibles ojos en ella... era Michael... lo recordaba, él le gruñó enseñándole todos los dientes y se posicionó dispuesto a intentar atacarla. Azy ni se imputó. Dio un paso más para llegar a él.

― ¿Te envió a ti? ―le preguntó con una voz de ultratumba. Mike parecía estar más muerto que otra cosa. Su postura por entero se parecía demasiado a una bestia a punto de atacar, un león enfurecido.

― No, nadie me envió.

― ¿No trabajas para Lucifer acaso?

― No ―aseguró con tranquilidad, lo que menos necesitaban los dos era que ella se alterase.

Mike respiró ruidosamente y luego se relajó un poco.

― Te recuerdo, tú patearse a mi hermano...

― Si, Gerard ―objetó sonriendo levemente ―. Michael... estás herido.

Él se alejó de ella un par de pasos y su figura dominante se alzó con todo el resplandor que el poder de un hombre puede ofrecerle. No demostraría debilidad, y Azy lo comprendió. No importaba que él hubiese estado llorando antes, llorar no lo hacía débil, y quién creyera que sí, entonces sería el último error que cometería...

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora