Capitulo 11: Un susurro en la Oscuridad

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Dezz se despertó mareada y aturdida, tardó un momento en comprender que no se encontraba en la casa de Matt en donde sea que fuera eso, sino, en otro lugar, su habitación... su nueva habitación.

Recordó quienes habían estado en aquel lugar y su corazón ni siquiera hizo el atisbo de una punzada, nada, su pulso fue constante, pero pronto se aceleraría.

Aidan... tenía que hablar con Matt de Aidan, quien quiera que fuera el bastardo, y con Michael también, de todos era en el que iba a delegar de ahora en más todas las decisiones del nuevo enfrentamiento, no es que creyera que fuera el cretino más cuerdo de todos, ni por lejos, pero era un maldito con experiencia en la guerra, y como con Gerard por obvios motivos no volvería a hablar, estaba claro que tampoco tenía otra salida.

Se levanto mirando una silla al costado, silla que no recordaba haberla visto en la noche, con ropa que ella no había comprado. Se encogió de hombro y fue directo al baño, hizo todo lo que una mujer necesita hacer ni bien se levanta, y se vistió rápido con un conjunto de encaje blanco innecesario, unos pantalones rectos oscuros, una zapatillas negras, y no agregaría que le parecía un chiste que en la mitad de las cajas en el piso estuviera ocupadas por tacos agujas. Una musculosa blanca pegada al cuerpo completaba el conjunto, se lograba distinguir el sujetador o dar idea de cómo era el mismo, lo paso por alto, no es como si le importara.

Al llegar al pasillo dio con William que caminaba como si estuviera drogado, ocurrentemente era él único que dormía medianamente cerca, al menos en el mismo ala de la casa.

― El comedor esta bajando las escaleras a la derecha, y las escaleras están por ese pasillo.

William la miró como si fuera una aparición, los ojos azules oscuros se agradaron al verla, Dezz temió haberse olvidado de ponerse algo, pero no, Will simplemente era un idiota.

― Ángel...

― Dezz ―gruñó ―. Sólo Dezz.

― Pero eres mi Ángel...

― Le dices Ángel una vez más, y creo que te pateará ―aventuró Gerard apareciendo por el pasillo. Al momento William cambió su foco de atención y se sonrojó.

Dezz notó que el niño tenía puesto unos pantalones color caqui y una remera blanca, más un suéter escote en ve, verde militar. No comprendía exactamente de dónde había salido la ropa, pero era una ocupación menos en su cabeza, aunque no estaba segura de que William se sintiera cómodo.

― Dezz... ―murmuró Will embelesado.

Gerard no evitó que su gruñido se escuchase, y William retrocedió unos pasos.

― Le haces algo, lo que sea Vampiro, y probaré la teoría de que si te arranco una mano, no te crecerá otra en su lugar ―amenazó Dezz haciendo acopió a su fuerza de voluntad al mirarlo a los ojos y ver de nuevo aquel verde demoledor en su mirada.

Se creo un momento tenso que ninguno supo como solucionar, pero después de unos segundos, un aire salpicado a flores vició el ambiente.

― No es momento para esto ―cortó Lena ―. El desayuno esta listo, quizás ni tú ni Dezz necesiten comer, pero estoy segura de que William si.

El humano al momento quiso acercarse a Lena, pero Dezz lo agarró del suéter.

― Así de linda como la ves, tiene a un loco psicópata detrás, quizás no lo veas, pero ten en mente que te quitará lo que te diferencia del sexo femenino y luego te lo hará comer si se te ocurre siquiera tocarle un pelo... Y créeme, me desligo de toda responsabilidad ya que te lo estoy advirtiendo.

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora