Capitulo 15: La emboscada

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Will se sentía como un crío al que acaban de mandar a su habitación para que durmiese, y que casualidad que se sintiera como uno cuando justamente era lo que le habían hecho hacer.

Demonio, quería maldecir su suerte y absolutamente todo lo demás, porque si era un poco más claro, no le gustaba que lo tratasen como a un niño imberbe, él era un hombre, trabajaba, había terminado sus estudios, podía mantenerse a sí mismo sin ayuda de nadie, y que bien que lo había hecho hasta el momento.

Ni siquiera quiso pensar en su trabajo, o en la manera en como había vivido. Su mente se ocupaba de otras cosas, como por ejemplo, por qué Dezz no aparecía por ningún lugar, y por qué todas sus miradas terminaban en el Vampiro. Demonios, eso si que era un golpe demasiado bajo para él, pero algo de Sinner le llamaba poderosamente la atención, sus ojos celestes por momento se tornaban más oscuros y otras más claros, su pálida piel parecía irreal y muchas veces había contenido las ganas de tocarlo para saber si era tan suave como aparentaba serlo, además, creía completamente injusto de que él ni siquiera se arreglara y su cabello permaneciera impecable, acomodado y prolijo aunque sin peinar. Se frustro al verse nuevamente pensando en él. Y ni hablaría de lo que había pasado la noche anterior, cuando su conciente no le impedía pensar en él, cuando nada lo reprimía. Eso si que era un maldito castigo, definitivamente si le dijera al Vampiro lo que por su mente cruzaba, lo decapitaría sin dudar... cualquiera lo haría, hasta él mismo sentía su dosis de asco.

Armó nuevamente el castillo de naipes obligándose a despejar su mente, a no pensar en el Vampiro, y tampoco en Dezz. No quería creer que su cordura se escaparía como si no le perteneciese. Tenía que confiar que saldría de aquel desastre con todas sus neuronas presentes, que nada le afectaría tanto como para acabar en un manicomio, por que por momentos creía que era demasiado para él.

¡Vamos! había presenciado como una chica se convertía en Lobo, y si bien en su momento le importó un bledo, ahora provocaba que su pulso saltase por encima de lo normal. Sabía que existían los Vampiros, porque habían tres en aquella casa, y qué decir de las demás atrocidades que escuchaba que también existían.

No podía negar que sentía miedo, porque lo sentía, no es como si toda su vida se hubiese preparado para aquel desquicio, siempre había creído que existía un Dios, Ángeles y quizás también los Demonios, pero nada más, su mente por momentos se negaba a procesar que habían demasiadas criaturas en el universo.

Gruñó para sus adentros cuando la segunda fila de su castillo se desplomó. Otra vez estaba fallando en intentar no pensar en nada.

Se frustró y revolvió su cabello rubio. Ya que había fracasado en la incursión de vaciar su cerebro se dedicó a pensar en lo que por tantos años había ocupado su mente. Pensó en su madre, siempre que pasaba algo que no entendía, pensaba en ella. Puede que en su vida le hubieran dicho siquiera su nombre, tampoco sabía si ella lo había dado en adopción por voluntad u obligada, podía ser que lo hubiera abandonado en el hospital, pero quién era él para juzgarla. «¿Ella sabría que tendría un "Ángelenmis hombros", por eso me dejó?» bien era una excusa poco probable. Suspiró cansadamente y volvió a la tarea de rearmar su castillo, hasta que escuchó un golpe en la puerta, su corazón se fue en un rápido paseo, y mágicamente tuvo enfrente a la única persona que quería ver.

***

Dezz no despertó como lo había hecho aquella vez en la nieve, no le dolía absolutamente nada, tampoco recordaba qué le había pasado ni cuantas horas había estado muerta o inconciente. Volver había sido como despertar de un sueño negro y profundo con una sensación de vacío sobre sí.

Lo primero que vio fue que era de noche, y no había nadie en su habitación, extrañamente miró las paredes encontrando una pequeña familiaridad con el lugar pero lo descartó al momento, no se sentía de humor. Se levantó de entre las sabanas y se dirigió al cuarto de William.

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora