Capitulo 06: La suma de todos los Juegos

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Mirar alternativamente a un fracasado y una puta que no valía ni el aire que respiraba, comenzaba a aburrirle, pero ya qué.

Supo desde el primer momento en que accedió a ir a aquella convención de idiotas que nada bueno podía salir de un caído, y la zorra que lo acompañaba cuál perro fiel, aunque no parecía ser fidelidad, más bien desconfianza.

Acomodó su remera escodada para llevarla aún más abajo, sabía que era el cliché de película, rubia de ojos azules y algo voluptuosa, pero en aquella ecuación faltaba la parte de absolutamente letal, o por lo menos eso había creído. «Dezz», así le había dicho su madre que se hacía llamar, la perra bastarda la había reducido a nada, y no es que Dana fuera narcisista, cosa que claramente era, pero lo que había desatado su furia había sido aquella perra. Ella no era un Ángel cualquiera, era un maldito Ángel Oscuro. Si bien entendía que la habían convertido en aquello, lo aceptaba y se llevaba muy bien con su parte, no entendía por qué había logrado vencerla tan fácilmente, pero sabía algo, buscaría la manera de que no volviera a suceder. Y he aquí el meollo del asunto, por eso se encontraba allí.

El caído le había prometido venganza, y había aceptado simplemente por que él contaba medianamente con un pequeño ejército de idiotas guiados por Dion. Aquellos que se llaman soldados de vanguardia, los que no importa si mueren o no, tienen la función de ser un escudo, el cuál si se prepara debidamente, puede o no, romper la formación del contrincante.

La maldita congregación se trataba de un par de Elfos, encabezados por Poisson, un maldito que no dejaba de seguir con la mirada a Dion a donde quisiera que ésta fuera. Luego un gran numero de caballeros Hadas que había gentilmente ofrecido Rhein, y un par brujos. Nada trascendental pero de hecho el número de todos ellos eran un avance.

Dana miró a Dion y Uriel, los dos parecían querer asesinarse con la vista. Y no era tensión sexual lo que zumbaba el ambiente. Mantenían una distancia dibujaba mientras esperaban a que la reunión comenzara, ya que la única perra que faltaba, era demasiado importante como para empezar a deliberar la estrategia sin ella.

El silencio pareció cortar el ambiente en aquella maldita laguna desolada, la húmeda oscuridad se hizo sentir bajo el manto de la noche. El Ángel tenía ganas de marcharse, pero nadie la tildaría de cobarde, absolutamente nadie.

Uriel observó a todo el mundo sin ganas de absolutamente nada, sabía que su oportunidad había pasado, había tenido la gloria tan cerca que dejarla ir lo condensaba de furia. Demonios, había estado a un paso de quitarle el corazón a su maldito hermano, quizás así si funcionaria el matarlo, y lo hubiera hecho si aquella maldita entrometida no se hubiera interpuesto.

Beel, el Ángel había matado al Dios como si no fuera nada, y eso lo perturbaba por más que quiera pasarlo por alto, había algo en ella mucho más oscuro de lo que jamás había visto, su madre, la maldita que no lo dejaba solo esperando que cumpliera su promesa ni siquiera sabía en el desastre que se estaba metiendo por intentar asesinar a su hija.

En verdad, ni en todos sus años había visto un ser tan supremo y poderos como lo era el Ángel Oscuro con el que se había topado, y justamente para su suerte estaba del bando contrario, quería maldecir pero sentía que no tendría sentido, él se había buscado el lado perdedor, si simplemente se hubiera olvidado de su hermano... No, en realidad él no podía, porque no viviría con la humillación dos veces por el mismo hecho, esta vez le demostró que él no era menos, claro está que su hermanito había permanecido atado, pero eso no quitaba que quién lo había hecho gritar, fue él... y el honor había sido todo suyo...

― ¿Cuánto tendremos que esperar? ―preguntó Dion igual de ansiosa que hacía sólo un momento atrás.

Aquella bastarda le recordaba tanto a Prune que hasta incluso parecía justicia poética, jamás había soportado a la Semidiosa por lo que se veía obligado a tolerar a otra... su destino en verdad había sido injusto.

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora