Capitulo 09: El Vampiro

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La habitación se sumió en un silencio sepulcral. Dezz ya no se sentía con fuerzas, parecía que de un tiempo hasta allí, todo su ser hubiera cambiando drásticamente, donde antes solía ser despiadada, ahora simplemente era fría y letal, aunque su maldita manía impulsiva seguía tirando bajo el pulso de su sangre.

Sólo ella sabía cuán arrepentida estaba de todos sus crímenes, y jamás lo había pensado en realidad, pero estando bajo el escrutinio de un Vampiro se sintió gravemente ofendida y mucho más que eso... Había atacado a Gerard abiertamente por intentar reparar un daño que él no comenzó, ella misma inició el camino hacía la autodestrucción, nadie presentó ayuda para aquello, nadie a acepción de Uriel y su hermana.

Sólo Dezz sabía de los demonios que aguardaban en su cabeza, aquellos que la atormentaban hasta dejarla sin aire, pero quién sabía algo de ella para empezar, ni siquiera su hermana notó jamás como el aire se iba a de su cuerpo cada vez que empuñaba aquella jodida daga, como sufría espasmos de pena y asco cuando había ofrecido o regalado su cuerpo simplemente para martirizar a su gemela. Jamás lo había pensado así. Siempre había tenido la conciencia demasiado callada como para que la misma se replantease asuntos pasados, pero ahora, todo cambiaba. Sentía que tendría que haber sido mejor, en algún punto siempre se tendría que haber sentido así, su padre no la había educado como una asesina... - su padre no la había educado –. Jamás había dicho algo bueno de ella puesto que no la conocía, porque jamás nadie la notó...

Era una pobre infeliz, y por él comenzaba a sentir que tendría que haber sido mejor persona... por él.

Volvió a maldecir por lo mucho que la afectaba en el poco tiempo que lo conocía, aunque aquello no era del todo cierto. Sabía cosas de Gerard, cosas que su hermana no advertía, cosas que jamás había pensado que ella guardaría en sus recuerdos. Infinidad de momentos y ninguno vivido a su lado.

Por primera vez sintió celos, frente a lo que la frágil Nathalie representaba para él. Dezz no lo era. Y sabía que por más que se esforzara en serlo, jamás llegaría, porque simplemente no soportaba la idea de no poder vencer lo que fuera que se pusiera enfrente.



Recordó la frialdad con la había atacado al Ángel que intentó asesinarlo. Si bien en aquel momento no quiso pensar en nada más, lo había sentido, la capa de celos sobre su piel pinchaba mucho más de lo que le hubiera gustado. La había atacado con saña, por mera frivolidad, y si había dejado que Nathalie volviera había sido simplemente por no creer soportar la mirada que le dedicaría éste ni bien se enterara de lo que había hecho. Tenía que reconocerlo, afrontar la parte de culpa que era suya.



Quererlo reprensaba intentar dejar atrás todo lo que ella significaba, y no estaba dispuesta a perderse para obtenerlo.



Su corazón era un foso sin vida, nadie en su sano juicio reclamaría aquél agujero negro lleno de secretos atroces, nadie intentaría jamás romper la capa de hielo con la que se protegía. No, ella no sería mejor persona simplemente por intentarlo, y tampoco lo haría, y no por él, un Vampiro malditamente sexy que la miraba con cara de asesino serial, jamás por él...



― ¿Algo que quieras agregar? ―preguntó fríamente.

El Vampiro simplemente la miró, no se encontraba de humor para sus juegos, y el Ángel tampoco, estaba exhausta, y no por la herida que aún no se cerraba en su hombro, a diferencia la de su mano que había cicatrizado por sí sola cuando había dejado de sangrar. No se encontraba fatigada por la larga noche, tampoco importaba el hecho de que ahora era guardián de alguien, cuando estaba claro que no podía ni consigo misma. Era un hecho recurrente, simplemente estaba cansada.

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora