Capitulo 08: Deseo de Sangre

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  ― Dios sabe que los hombres mienten, pero fue él quien mintió por primera vez...

― ¿Al decir qué? ―preguntó Bastiaan desapasionado.

― Se suponía que se morirían si comían el fruto prohibido. Y a mi me parece una idea bastante idiota. ¿Por qué castigarlos con algo que él creó? ¿Por qué dejar a mano algo que no podían comer? ¿Por qué plantar el maldito árbol de manzanas para empezar?

― ¿Ahora te volverás El abogado del Diablo, Alastor?

― No, pero son cosas que uno se pregunta ―respondió encogiéndose de hombros.

― Para probar al hombre ―respondió Remian apareciendo de la nada con cara de pocos amigos ―. ¿Por qué más lo haría?

― Para fastidiar al hombre, diría yo ―refutó el Demonio mirándolo interesadamente ―. Supongo que arreglaron las cosas... ¿A dónde fue Azy?

― No lo sé ―gruñó.

― Bien, eso no es lo importante ahora... ―contestó Bastiaan volviendo toda la atención en él ―. ¿Cuál es el plan de ataque?

― Bien ―comenzó Alastor estando serio por primera vez ―. Mi legión de Demonios está esperando mis órdenes, atacaremos sin el respaldo de Lucy, por lo tanto olvídate de Azazel y sus bastardos.

― ¿Por qué?

― Podrías preguntarle a Remian, él sabe por qué...

― ¿Qué ocurre? ―cuestionó el Ángel desconcertado.

― Absolutamente nada ―aseguró Azael gruñendo detrás ―. ¿No tienes a unos niños a los cuales torturar Alastor? ―preguntó con sorna.

― ¿Los tengo Azy? ―refutó sarcástico.

― No vuelvan a empezar, por el amor de Dios ―gruñó Bastiaan.

Alastor lo creía muy conveniente, le encantaba tener a Azael enojada, era simplemente perfecta, y más cuando se cabreaba, por el momento dejaría de molestarla, sólo por el momento.

― El plan es éste, Elemiah bajará...

― ¿Por qué el Serafín lo haría? ―preguntó Remian desconfiando.

― Es un maldito cobarde, pero no quiere una revolución por algo tan ínfimo como mi legión de Demonios y un par de condenados. Sin contar que demostrará su poderío y no se joderá a si mismo por una simple muerte.

― ¿La muerte de quién? ―preguntó Azy apagada.

― De nadie que te importe, pero de todos modos bajará, y cuando lo haga ¡gualá!. Tendrás a tú amada tratando de matarnos.

― ¿No hay otra manera? ―reclamó Remian.

― No niño bonito, es eso o nada. Por lo que si no te gusta, bien te puedes ir al Infierno. Con gusto te recibirán.

― Tú plan es inconsistente. ¿Cómo sabes que todo eso va a pasar?

― Porque tengo mis fuentes. Ahora, no jugaré contigo a quién la tiene más grande, obedece mis reglas o esfúmate Ángel. No hay otra solución.

― Yo no... ―comenzó Remian gruñendo.

― ¿Cuándo? ―cortó Azael ―. ¿Cuándo bajarán?

― Cuándo el maldito firme por fin su puta sentencia de muerte...

― ¿De quién hablas? ―cuestionó Bastiaan.

― De quién más... tú hermano, mi querido amigo. De él hablo...

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora