Capitulo 14: El Alma

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Aborrecía vivir en un mundo sin pasión, un lugar donde no habitase el caos por más ínfimo que fuera. Para él era trágico, porque la pasión significaba el desenfreno, donde la maquina que todo lo impulsa se rompe y el frenesí y las motivaciones te obligan a seguir... Adoraría poder vivir cada instante de su vida fundido en el fuego de algo mucho más grande incluso que él, sobreexcitado por una sensaciones inigualable y sin un sentido común para aguar su fiesta. Pero no todo es como uno lo quiere, porque era la persona más desapasionada sobre la faz del planeta.

Vivir sin su pasión había sido como sobrevivir sin aire, pero aún así lo había hecho, aunque ni siquiera pudiera recordar cómo o por qué. Por más que lo pensase una y otra vez no podía entenderlo. Vivir sin frenesí definitivamente había sido para él, sobrevivir sin alma.

Y ahora que la veía nuevamente, tenía que dejar sumisamente que se fuera a tomar aire el tiempo que ella quisiera.

Se moría por correr tras ella, pero no podía, comprendía que Driel necesitaba espacio pero más lo necesitaba él. Porque no entendía nada de lo que había pasado y estaba seguro de que no dejaría que se fuera otra vez.

― ¿Algo que tengas que decirme? ―refunfuñó Dezz.

Matt la miró a los ojos, aquellos encantadores ojos, tanto ella como él sabían que para su mentalidad retrograda, el Ángel quedaba bajo su custodia por haberla encontrado herida, y si bien a ninguno le agradaba la idea, no podía despegarse del hecho de que aún no había cumplido con su cometido de verla a salvo, al parecer aquella traía consigo demasiados problemas.

―No ―respondió reacio a seguir hablando.

Vio como todo era puesto en su lugar por la Bruja que los miraba a todos como si formaran parte de un circo, Matt prefirió alejarse y comenzar a pensar en el problema que tenía en puerta, otra vez Driel estaba en su vida, otra vez... y no sabía qué sentir después de tanto tiempo de no verla... y tampoco entendía por qué ella era un maldito Lobo.

***

Lena se sintió incomoda por un momento, el aire era frío allí, no porque la calefacción estuviera averiada sino que estar cerca de Gerard, era como si viajara al polo norte. Su piel se estremeció de repente y Mike pidiendo disculpas los sacó a los dos.

― ¿Sucede algo?

― Eso sólo que me siento incomoda... Mike. ¿Por qué nos tenemos que quedar aquí? ―preguntó apagadamente.

― Por Raphael.

― Eso lo entiendo, pero no está en peligro...

― Tengo que quedarme Lena, tú entiendes como es esto.

La Ninfa enfureció de repente y lo fulminó con la mirada.

― Si, siempre entiendo, maldita sea, siempre soy la comprensible bastarda que entiende. Demonios, me encantaría...

― Lena, ¿podrías hablar adecuadamente y no como un camionero?, es más, creo que uno habla mucho mejor ―la interrumpió cansado.

― No gastes tela en vestir a ese santo, los he escuchado y no son mejor que yo ―se defendió al instante.

Mike la miró con ternura durante un instante hasta que fue conciente de que no estaban solos en el pasillo.

― Will ―observó Lena intentando sostener a Mike ―. ¿Qué haces aquí?

― Yo no estaba espiando ―agregó rápidamente sonrojándose.

― Entonces deberías de estar en el comedor, ve con Adam y Alice ―propuso su esposa sonriendo.

Saga Ángel Oscuro II. La Dama de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora