🔹Confesiones, hierba y rock and roll🔹

876 176 43
                                    

Me giré para volver a ver sus ojos verdes clavados en mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me giré para volver a ver sus ojos verdes clavados en mí. Todos seguían en el mismo sitio, los examiné con determinación, esperando a ver qué era lo que opinaban de qué su amigo me invitara a mí a una de sus fiestas, pero no detecté seña alguna de desaprobación en ninguno de k9los cuatro.

— Claro. — exclamé más convencida de la fiesta a la que Nate me había invitado.

— Vale. Paso por ti a las ocho. — dijo él tras morderse el labio inferior y sonreírme de nuevo.

Ati se dio vuelta tras dedicarme una sonrisa con cierto toque de vergüenza aún, quizá por el comportamiento que habían tenido sus amigos en esa ocasión, giró sobre sus talones y se echó a andar haciendo una seña a los chicos que lo acompañaban para que lo siguieran. Y lo hicieron, pero no sin antes despedirse de mí con una amplia sonrisa y un gesto de cuatro manos en mi dirección.

Ahora bien, era claro que la fiesta a la que Ati me había invitado sería completamente distinta a la que asistí con Nate y sus amigos. ¿Qué debía usar para aquella ocasión? Era una completa novata en eso de las amplias reuniones de fines de semana, pues si había una en la que implicara la asistencia de más de diez adolescentes, para mí ya era un completo misterio. Eran pocas a las que había asistido y mis conocimientos sobre ellas eran casi nulos.

Aquella tarde a solas en mi habitación, abrí la puerta de mi armario y recorrí su contenido con la mirada, mordiendo mi labio inferior en un gesto profundo de concentración. Llevaba una toalla amarrada alrededor de mi cuerpo y mi cabello aun goteando por el baño que acababa de darme.

— Maddi...

Mi mamá abrió la puerta de golpe entrando en mi habitación y se quedó plantada a medio camino con la vista fija en mí.

— ¡Mamá! ¡estoy desnuda! — me quejé tomando con fuerza la toalla que enrollaba mi cuerpo.

— No es verdad, llevas una toalla. — dijo ésta a su vez alzando sus finas cejas.

— Bueno, pero pude haber estado desnuda. — repliqué cruzándome de brazos.

La mujer no se inmutó ni un poco por mi comentario, se paseó libremente por la habitación como si hiciera una detenida inspección de cada uno de los rincones de ésta y luego se sentó en la cama alisando los pliegues del cubre cama que tenía encima.

— Por si no lo sabías, yo limpié tu trasero por muchos años. — respondió ella.

— No es necesario que lo menciones, ¿sabes?

Saqué del armario un vestido en color negro y lo coloqué sobre la cama a su lado para mirarlo mejor.

— ¿Vas a algún lado? — preguntó mirando la prenda y luego desviando la mirada hacia mí.

— Iré a una fiestas — dije yo cayendo en cuenta de que no le había mencionado nada antes —. No hay problema, ¿verdad?

Me quedé de pie completamente rígida al pensar que ahí podía acabar mi plan de salir esa noche con Ati y sus amigos.
Mi mamá seguía sentada al borde de la cama sin expresión alguna, mirando el vestido casi sin parpadear, pero al cabo de unos minutos levantó la vista y esbozó una sonrisa que me indicó luz verde a mis planes.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora