🔹Recapacitación y disculpas🔹

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Tiempo de recapacitación, de pensar bien en lo que había dicho y hecho ese día en el que estampé a Amanda contra la máquina de golosinas en la cafetería escolar

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Tiempo de recapacitación, de pensar bien en lo que había dicho y hecho ese día en el que estampé a Amanda contra la máquina de golosinas en la cafetería escolar. Eso pensaba el director que había hecho durante los días que me mandó a casa.
¿La realidad? Seguía pensando en que esa chica falsa y presumida había obtenido lo que se merecía. Pero si alguien me preguntaba, estaba completa y totalmente arrepentida de mis acciones.

Un claxon se escuchó a las afueras de mi casa y me sacó de los pensamientos que me inundaron por momentos antes de mi salida al colegio aquel día.

— Dile por favor a Nathan que no me agrada que suene la bocina para que salgas — decía mi mamá cuando pasaba por su lado con la mochila ya a cuestas, dispuesta a salir —. No le cuesta nada bajar del auto y tocar la puerta como la gente...
— Me voy, mamá. — anuncié sin prestar atención a sus reclamos por la manera de anunciarse de mi amigo.
— Vale, pero... — pronunció la mujer —. ¡Ten un buen día!

Al final de cuentas Nate sí se había pensado el hecho de volver al colegio y regresó justo el día en el que mi suspensión terminaba.
Me sonrió desde detrás del volante del auto de sus padres y sentí el alma llenar mi delgaducho cuerpo como una luz tibia que se expandía por éste y llegaba hacia todas y cada una de mis extremidades. Su sonrisa volvía a ser la misma... O casi la misma.

— ¿Lista? — preguntó cuando me abroché el cinturón.
— En marcha. — contesté con entusiasmo.

El muchacho arrancó el auto con el suave rugido del motor y una leve sonrisa marcada en su rostro.

— Sucedió algo en casa... — dijo él después de un par de minutos de silencio.
— ¿Okey...? — exclamé.

Recordé la charla que había tenido con la señora Reed, o más bien lo que yo le había dicho mientras ella me observaba boquiabierta sin poder decir una sola palabra.

— Mi mamá se ha disculpado conmigo y ha dicho que me acepta tal y como soy, entre muchas otras cosas... — comentó Nate un tanto ceñudo —. ¿Sabes algo?
— Ni idea. — respondí tratando de hacerme la inocente.
— Esto huele a algo que haría Maddison White, pero haré como que te creo.

Mi amigo sonrió satisfecho y volvió a clavar la vista de nuevo al frente. Claro que él sabía que yo había tenido que ver con eso, pero como buen amigo, haría de cuenta que me creía.

Nathan y yo llegamos de nuevo juntos al colegio como de costumbre desde que habíamos iniciado con el falso noviazgo. Pero ahora algo había cambiado, caminábamos animados y muy juntos, pero nuestras manos ya no estaban tomadas y ya no fingiamos un amor que no existía. Ahora mostrabamos un cariño distinto, uno real y que se podía ver a kilómetros de distincia. El amor de un par de amigos que estarían el uno para el otro siempre.

— Olvidé mi bolígrafo azul en casa y le pedí el suyo prestado a Andrew McDonald en la clase de literatura — decía Sucie de camino a la cafetería —. ¿Saben lo que pasó?

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora