🔹Hola, vida popular🔹

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— ¡¿En serio?! — exclamó el muchacho esbozando una enorme sonrisa, envolvió mi cuerpo y me levantó del suelo en un fuerte abrazo —. ¡Muchas gracias, Maddi! — dijo moviendo mi cuerpo de un lado a otro.

Sentí mis piernas moverse de un lado a otro a la par mientras el chico me apretaba y me hacía oscilar entre sus fuertes y musculosos brazos juveniles. Yo no supe qué hacer, simplemente me tomé lo menos fuerte de su cuerpo al sentir que el suelo se perdía debajo de mis pies y cerré los ojos brevemente.

— En serio no sabes lo agradecido que te estoy por esto — comentó él lleno de emoción en el momento que me bajaba y mis pies agradecían estar de nuevo sobre el suelo firme —. Muchísimas gracias, eres la mejor amiga que alguien podría tener...

— Solo espero que esto funcione — dije yo acomodando mi blusa que se había subido un poco —. ¿Cómo vamos a hacer para que todos lo crean? Digo... eres Nathan Reed, el chico más popular, ¿saliendo conmigo?

— Va a funcionar si así queremos que pase, créeme. — repuso él con una sonrisa en los labios y un guiño de ojo.

Aproximadamente una hora después de haberme vuelto la novia de Nate, salí de su casa con cuatro chocolates en la mano y la mente echa una maraña de dudas por lo que acababa de ocurrir, preguntándome una y otra vez si aquel plan del muchacho funcionaría.
Estábamos hablando de uno de los chicos más perseguidos del colegio, uno muy popular y jugador del equipo, uno que había sido el rey del baile de primavera y que salía por lo general con chicas muy guapas. ¿En serio alguien se iba a tragar que de pronto se había interesado en su mejor amiga? ¿Una que ni siquiera era la mitad de popular que su ex novia?

— ¡Diablos Amanda! — exclamé parando en seco cuando andaba por la acera de regreso a mi casa.

Había olvidado por completo aquel asunto, la muchacha me encomendó a mí principalmente, la tarea de hacer entrar en razón al chico para que volviera con ella. Y ahora resultaba que yo era la novia de aquel muchacho.

Llegué a casa al cabo de unos minutos, cené el silencio junto a mis papás y mi odioso hermano y luego fui a mi habitación para darme un baño y meterme en la cama para descansar. Tenía el leve presentimiento de que me esperaba un día muy cansado.

— ¿Preparándote para dormir? — dijo mi mamá asomando la cabeza por la puerta entre abierta.

— Sí, estoy agotada — respondí moviendo los almohadones de mi cama para acomodarme —. ¿Quieres una barra de azúcar, calorías y grasas saturadas?

Acababa de recordar que tenía aquellas cuatro barras de chocolate que Nate me había regalado, las dejé sobre mi escritorio y ahí habían permanecido desde mi regreso a casa. Me volví hacia mi mamá y descubrí a la mujer mirándome detenidamente sin comprender mucho qué era lo que le había ofrecido. Fui hasta el escritorio junto a la ventana de la habitación y levanté las barras de empaques color rojo.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora