🔹¿Más confesiones? Claro...🔹

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Mi cerebro no acababa de digerir la poca y corta información de lo que había dicho mi hermano, cuando la delgada figura de mi mamá hizo aparición por la puerta más cercana a nosotros

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Mi cerebro no acababa de digerir la poca y corta información de lo que había dicho mi hermano, cuando la delgada figura de mi mamá hizo aparición por la puerta más cercana a nosotros.
Tenía el cabello alborotado y sus pupilas peligrosamente dilatadas. Y me miraban, me miraban tan fijamente que pensé que de ellos saldrían un par de rayos láser y me partirían en dos.

— ¿En dónde estabas, Maddison? — soltó sin más tras examinarme con determinación.
— Con Nate. — respondí yo haciendo un gesto hacia la puerta que tenía a mis espaldas.
— No me mientas — respondió ella entornando los ojos de forma amenazante —. El director me llamó para notificar que has estado en detención.
— Nathan también estaba en detención. — repuse yo con un hilo de voz.

Maravillosa jugada, después de todo no le había mentido en esa ocasión. Su mirada desafiante se acentuó aún más y la mía se desvío al instante hasta mis pies. Lo último que quería era ver sus ojos llenos de enojo.

— ¡Ah! Pero eso no es todo — continuó la mujer exaltada —. Me ha dicho que no es la primera vez que estas castigada...

De reojo pude ver como Dustin se regodeaba por la reprimenda que me estaban dando, y tuve que reunir todas las fuerzas de mi delgado cuerpo para no azotarle un golpe, pues eso de seguro habría empeorado completamente las cosas en aquel momento.

— ¡¿Incendiar el laboratorio?! — exclamó elevando la voz —. ¡¿Hacerle una broma a la maestra?!
— Casi broma, no me salió. — repuse interrumpiendo su regaño.

Pude ver las llamaradas del infierno que me esperaba reflejado en sus ojos oscuros y desee haberme quedado callada de una buena vez.

— Estas castigada. — sentenció la mujer antes de darse vuelta bruscamente y alejarse por la misma puerta por la que había llegado.

Todo el peso de la ley había caído sobre mi y de un solo golpe. Que tan cierto es ese dicho que reza que la verdad sale a flote tarde a temprano. Pero otra cosa aun más cierta, era que esa no era la única verdad oculta.

Durante los siguientes días evité a toda costa a Nate y el resto de sus amigos. Suponía que el muchacho les había dicho que el motivo de eso era que habíamos discutido a causa de los rumores que se habían expandido en torno al beso con Atwood Moore, aquel chico al que todos consideraban raro. Con quien además tampoco había tenido contacto aquellos días, pues como él había dicho ya, no era buena idea que nos vieran juntos.

Por mi parte había optado por pasar los descansos en las aulas solitarias y polvorientas que no solían usarse. Las miradas de las personas allegadas a Amanda solían incomodarme, y lo peor es que no eran sólo ellos. Todos en el colegio hablaban de mí y de la forma en la que había traicionado a la super estrella del colegio.
Pero como todo chisme, se habló, se gastó y al cabo de unos días pareció aburrir a los estudiantes y luego dejaron en asunto sin más. Mientras yo me pudria de aburrimiento en las desoladas aulas para pasar desapercibida, y en mi casa encerrada en mi habitación por el castigo que mi mamá se negaba a levantarme.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora