🔹Excepciones🔹

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Un momento de distracción por parte de mi familia me bastó para escabullirme en aquel sitio con sigilo, mirando constantemente a mis espaldas por si alguien asomaba la cabeza por casualidad y me encontraba hurgando donde no me importaba

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Un momento de distracción por parte de mi familia me bastó para escabullirme en aquel sitio con sigilo, mirando constantemente a mis espaldas por si alguien asomaba la cabeza por casualidad y me encontraba hurgando donde no me importaba. Aquel lugar olía a calcetines sucios y comida echada a perder. Seguramente el engendro había dejado en algún rincón alguno de sus almuerzos y se había podrido.

Caminé por la habitación de Dustin casi en puntas, mirando a un lado y a otro con determinación, sabía que podía estar en cualquier lugar, pero ahora que me encontraba ahí me parecía como encontrar una aguja en un pajar. Toda la alcoba era un desastre, había ropa tirada a lo largo del suelo y las mantas sobre la cama parecían un enorme nido de pájaros, sin mencionar que dentro. del armario no había cabida para algo o alguien más.

— Tiene que estar por aquí. — susurré echando algunas cosas de lado en el enorme hueco que era su armario.

Estaba haciendo más ruido del que hubiera querido, pero tenía que encontrarlo a como diera lugar.

— ¡Aquí está! — dije en tono triunfal sacándolo y levantándolo con emoción.

Era algo parecido a una pequeña bolsa de hule circular color rojo, con una boquilla en un lado que al sentarse uno sobre ella producía un exagerado sonido parecido a una flatulencia.

Dustin mi hermano, era algo así como un Hiugh tamaño pequeño, con cabello oscuro y mucho más cretino. Le gustaban las bromas, y al hacer memoria había recordado que tenía entre sus pertenecías ese cojín que producía gases. ¿Qué iba a hacer con él? Lo colocaría en el asiento de la profesora Smith. La mujer ya me tenía en la mira desde el incidente en el laboratorio, y una pequeña broma como aquella sería suficiente para que me mandara a detención por lo menos una tarde.

— ¿Qué haces en mí habitación? — exclamó de pronto alguien a mis espaldas.

Lo más rápido que me fue posible, metí el cojín debajo de mi blusa y me di vuelta para toparme con mi pequeño hermano apostado bajo el marco de la puerta con las cejas fruncidas en un profundo gesto de desconfianza.

— Vine a ver si tenías un cadáver oculto en algún lugar — repuse haciendo un gesto de asco —. Este lugar apesta, deberías limpiar un poco.

Pasé por su lado como si nada, ignorando la mirada del niño y fui hasta mi habitación para echar aquel objeto dentro de mi mochila.

Todo estaba perfectamente planeado, lo había pensado antes de ir a dormir. Había rondado mi cabeza por un buen tiempo en la penumbra de mi habitación como un pequeño fantasma que me provocaba repentinos estremecimientos por el sobresalto de mi corazón al imaginarlo.

Al día siguiente había salido corriendo de la clase de español y llegué al salón de química con el corazón casi saliéndoseme del pecho, eché una rápida ojeada al lugar y comprobé que estaba vacío, era perfecto, todo parecía estar de mi lado. Coloqué el juguete de broma en la silla de la profesora y fui rápido hasta mi lugar, en donde minutos más tarde se me unieron Sucie y Nathan, junto a los demás alumnos de aquella clase.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora