🔹Ruptura🔹

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Había pasado la gran parte de la última hora de clases luchando con todas mis fuerzas para contener las ganas de ir al baño, estábamos a punto de comenzar los exámenes y cualquier cosa que dijera el profesor podía ser la clave entre una buena cali...

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Había pasado la gran parte de la última hora de clases luchando con todas mis fuerzas para contener las ganas de ir al baño, estábamos a punto de comenzar los exámenes y cualquier cosa que dijera el profesor podía ser la clave entre una buena calificación y un reprobatorio, algo que no me podía permitir por nada del mundo si quería ir a una buena universidad tras terminar la preparatoria.
Así que cuando la campana sonó estruendosamente anunciando el final de aquella interminable hora, salí corriendo hacia la puerta colocándome la mochila sobre el hombro en el camino.

— Con permiso — decía una y otra vez abriéndome paso entre la marea de estudiantes que se abarrotaban en el pasillo, dispuestos a ir hacia los patios y la cafetería del colegio —. Con permiso...

Pasé con gran esfuerzo entre un grupo de corpulentos jugadores del equipo de futboll que hablaban animadamente sobre una fiesta que la verdad me tenía sin cuidado.
Por un momento mi mochila se atascó en medio de un par de chicos, los cuales me lanzaron una mirada de desinterés cuando tiré de ella con todas mis fuerzas antes de correr hacia mi destino.

— Disculpen. — dijo Susanne a aquellos muchachos cuando pasó junto a ellos.

Había estado siguiéndome muy de cerca por el pasillo, tratando de alcanzarme desde que dejamos el aula de Historia.

— ¿Quieres detenerte por un momento? —inquirió ella tratando de tomarme del brazo.

— ¡Necesito ir al baño! — exclamé entre dientes apretados.

— A unos cuantos metros del salón de historia estaba uno, ¿sabes? — comentó mientras sus pasos resonaban tras de mí apresurados.

— No pienso entrar a ese baño, ¡qué asco! — tercié con una mueca de horror en el rostro.

En la escuela había cuatro baños en total, uno exclusivo para maestros, y dos para los estudiantes apostados a cada extremo del edificio, y un cuarto que era el que usaban las porristas y jugadores durante los juegos y entrenamientos, el cuál incluía vestidores y duchas.
El que estaba cerca del salón de historia era el peor de todos, siempre olía mal por más que el conserje lo limpiará, y las paredes y cubículos estaban completamente rayados con nombres de las parejitas que se iban formando en la preparatoria y algunos insultos demasiado despectivos para varios estudiantes.

Al llegar al segundo baño- ese que todo el mundo solía frecuentar por ser básicamente el más confiable y en donde de seguro no pescarías una infección- giré la perilla dispuesta a entrar lo más rápido posible, pero antes incluso de que diera un paso dentro, alguien me detuvo.

— Está ocupado. — dijo una chica de cabello rizado y considerablemente más alta que yo.

— Son cuatro cubículos. — respondí yo.

Observé ese espacio entre el piso y la pared metálica de los largos rectángulos que formaban parte del baño y me di cuenta de que ninguno estaba siendo ocupado en ese momento, pero al desviar la mirada me topé con una escena, la cuál debía ser el motivo por el que aquella muchacha no me dejaba entrar.
Una joven de cabellera castaña que le colgaba por la espalda en una brillante cortina sedosa, lloraba desconsolada sobre el hombro de una tercera, quien le daba leves palmaditas en un intento de que se calmara un poco.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora