🔹No en esta vida🔹

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¿Te has encontrado alguna vez en la bochornosa situación de que todo el mundo dentro de un lugar te mire fijamente sin pena de que tú estés al tanto?

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¿Te has encontrado alguna vez en la bochornosa situación de que todo el mundo dentro de un lugar te mire fijamente sin pena de que tú estés al tanto?

Sentía las miradas de mis compañeros como mil agujas clavandose en mi delgaducho cuerpo. Me removí en mi asiento con incomodidad y después mis ojos se desviaron lentamente hasta la larga silueta del profesor Bravo que estaba frente a su viejo escritorio. Hasta el hombre había guardado silencio y dejado de hacer interrogantes sobre lo que estaba ocurriendo, y ahora me miraba con sus pequeños ojos, tras aquella grande y ganchuda nariz que lo hacía lucir como un enorme tucan color piel.
Sentí hacerme pequeña, que las paredes a mi alrededor crecían y todo me caía como una avalancha. Inhale profundo en un intento de no ahogarme con el denso ambiente que se había formado en mi entorno, deseando desaparecer por arte de magia, cuando repentinamente un estruendoso traqueteo me hizo dar un brinco de mi asiento. La campana había marcado el final de aquella clase y yo salí despavorida del salón como si tuviera un cohete en el trasero.

— ¡¿Qué caraj...?!

Había salido del salón sin el menor indicio de esperar a que mis compañeros hicieran los mismo, pasé por delante de las miradas de todos como un rayo y crucé el marco de la puerta. Pero al hacerlo me topé con la más grande y nefasta de las sorpresas.
Aquella imagen que acababa de mirar en la pantalla de mi celular estaba impresa y pegada por todos lados en el largo corredor.
Casilleros, paredes, piso y puertas estaban cubiertos con la imagen de Nathan horriblemente maquillado y con aquel vestido. Era el tapiz más grotesco que había visto en mi vida.

— ¡Oh, por Dios!
— ¿Ya viste esto?

Aquellos alumnos que habían salido de sus salones para ir a su siguiente clase se habían percatado de la lluvia de volantes que inundaban las instalaciones.
Risotadas burlescas, cuchicheos discretos y algunos comentarios no tanto... Me di cuenta de lo preocupante del asunto y de lo que ahora debía estar pasando. Miré a lo largo de aquel pasillo y me eché a andar hacia la cafetería con una corazonada.

— Maddi...

Me volví de inmediato deteniendo casi en seco mi caminata hacia las puertas dobles que conducían al enorme comedor del colegio.
Atwood Moore me miraba desde una esquina en la que él, Danielle y Milo habían estado rezagados y yo había pasado por alto.

— Es que, yo... — empezó él.

El muchacho llevaba una de aquella hojas arrugada entre su mano derecha, y al ver a los chicos que lo acompañaban, me di cuenta de que ellos también habían estado viendo esos carteles.

— Ahora me crees, ¿eh? — atajé de mal humor recordando lo que había pasado el día de la fiesta.
— Yo...
— Ahora no, Atwood.

Y tras pronunciar aquellas palabras me di vuelta bruscamente dándole la espalda y recorriendo el tramo que me quedaba para llegar a mi destino.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora