🔹¡Vamos, Garwood!🔹

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Aquel lunes en el instituto el baile fue el tema principal de casi todas las conversaciones que se escucharon en los pasillos

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Aquel lunes en el instituto el baile fue el tema principal de casi todas las conversaciones que se escucharon en los pasillos. No bastaba ya el hecho de que hubieran hablado de ello una semana antes del evento, sino que también parecían empeñados en revivir lo ocurrido en este el resto de la semana. Y cómo no, si los reyes de esa noche habían sido nada más ni nada menos que Nathan y Amanda, la perfecta pareja separada por la horrible Maddison White. Y créanme, no estaba celosa en lo más mínimo, pero no era agradable escuchar a los alumnos en los corredores decir cosas como: Se sentía la tensión de ese amor que aún existe en ellos o Parecía que Nathan quería besarla, se ve que sigue enamorado de ella. Y con ellos había vuelto ese rencor hacia mí por haberme entrometido en tan hermosa relación.

— Me enferman. — exclamé con fastidio poniendo los ojos en blanco cuando al pasar al lado de unas chicas, éstas nos dieron la espalda cuando Su y yo pasábamos por su lado.

— Ya deberían haberlo superado — dijo mi amiga a su vez —. Parece que les bajaste el novio a ellas.

Las muchachas que al parecer eran del segundo año, compusieron un gesto de molestia bastante fuera de lugar y luego comenzaron a cuchichear entre ellas.

Sucie se paró de pronto perdiendo los estribos y se volvió de golpe hacia las chicas, que guardaron silencio al instante que vieron a mi amiga tan cerca.

— ¡Largo de aquí, malditas entrometidas! — bramó ella provocándoles un sobresalto —. Ustedes ni siquiera fueron al baile... ¡Nadie las invitó! — gritó por último cuando estas se alejaban escandalizadas.

— Gracias. — titubeé caminando hacia ella que seguía observando atenta el punto en el que habían desaparecido aquellas chicas.

— Es verdad, ningún chico las invitó. — repuso encogiendo los delgados hombros.

Ambas soltamos una carcajada cuando nos miramos por un momento ante lo que acababa de ocurrir.

— ¿Y cómo ha estado tu cita del baile? — pregunté para aligerar el ambiente aún más.

— Fred es guapo — dijo ella con tono de despreocupación —, pero ciertamente le falta algo en medio de sus dos orejas... sí sabes a qué me refiero.

— Creí que te gustaban los chicos deportistas. — comenté con extrañeza.

— Yo también pensé eso, pero creo que te has agarrado al único que no es un bruto. — exclamó lanzando un sonoro resoplido de exasperación.

Continuamos andando hacia la puerta de salida a los terrenos externos del colegio, lo único que quería era ir a casa y alejarme de los tediosos y molestos comentarios sobre el espectacular baile de invierno y sus perfectos y trágicos reyes que antes habían sido amantes.

Conforme pasaron los días los dimes y diretes, los suspiros de ese sentimiento de una hermosa experiencia vivida y las anécdotas recordadas, fueron cesando hasta convertirse en vagos comentarios y luego desaparecieron por completo. Y es que había algo en el no muy lejano horizonte que comenzaba a distraer a los adolescentes. El primer viernes de partido de aquel ciclo escolar.
Los alumnos comenzaban a sacar su lado aficionado, vestían con los colores del colegio, daban palabras de apoyo a los chicos cuando los topaban en los pasillos y las animadoras salían a los corredores vistiendo sus diminutas faldas rojas con expresiones de altivez.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora