🔹Malos entendidos🔹

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Preocupada de que alguien más pudiera escuchar lo que el muchacho tenía que decir, lo tomé del brazo y lo arrastré hasta la primera puerta que encontré a mi alcance

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Preocupada de que alguien más pudiera escuchar lo que el muchacho tenía que decir, lo tomé del brazo y lo arrastré hasta la primera puerta que encontré a mi alcance. Asomé la cabeza a lo que parecía ser una habitación, encendí la luz y en efecto, era una amplia alcoba que seguramente le pertenecía a una adolescente, pues los edredones rosados y los posters de actores en las paredes delataban eso. Metí a Nate de lleno en la habitación y cerré la puerta a mis espaldas, ahogando un poco el sonido de la música proviniente de la planta inferior.

— ¿Qué sucedió? — lo interrogué al estar segura de que nadie podría escuchar.

Nathan respiraba con dificultad, como si estuviera a punto de entrar en crisis y dudaba que pudiera articular palabra, pero cuando abrió la boca lo hizo claro y completamente entendible.

— Él ha comenzado a salir con Amanda y quería confesarme eso... ¿Cómo pude ser tan idiota en pensar...? — exclamó llevándose ambas manos a la cabeza —. Me pidió hablar en privado, fuimos a un lugar un poco alejados de todo... estaba equivocado... y yo...

El muchacho se sentó sobre el borde de la cama con el cabello alborotado y los ojos desencajados, casi saliendo de sus órbitas.

— Lo he besado, Maddi...

Entendí la gravedad de la situación entonces.

— Nate...

No sabía qué decir. De pronto él se dobló por la cintura aún sentado sobre la mullida cama y su cuerpo comenzó a convulsionar a causa de las sacudidas que le provocaba el llanto. Me senté rápidamente a su lado y lo rodee con ambos brazos en un intento de reconfortarlo.

— Soy tan estúpido... — decía él sin dejar de llorar.
— No, Nate... — exclamé abrazando aún con más fuerza su cuerpo contra el mío.

Él se hizo a mi cuerpo en un intento de encontrar calma ante su dolor, sentía la humedad de sus lágrimas en mi hombro y la calidez al estar tan cerca mío. Pasados unos minutos su cuerpo dejó de temblar por el llanto, pero nuestros brazos aún estaban en torno al otro, entrelazados con fuerza. El muchacho de pronto se alejó un poco de mí, tenía los ojos enrojecidos y sus largas pestañas estaban húmedas.
Lo miré fijamente, esperando a que dijera algo, quería saber que estaba mejor, quería saber qué era lo que pensaba hacer o si quería que yo lo ayudara a encontrar una solución a lo que acababa de ocurrir. Pero no dijo nada. Más grande fue mi sorpresa cuando se inclinó repentinamente hacia mí y me besó en los labios sin previo aviso.

— ¿Qué estas haciendo? — exclamé alejándome casi de inmediato.
— Podemos intentarlo, Maddi — contestó él en voz baja —. Ya para todos somos novios, podemos serlo realmente e intentarlo tú y yo.

El aliento se me atascó en el pecho y mi cuerpo se quedó rígido ante su propuesta.

— No creo que sea buena idea...
— ¿Es por ese chico? — preguntó él.
— No sólo se trata de Ati — repuse yo notando que en sus ojos volvían a aparecer unas lágrimas que amenazaban con salir —. Nate... si tú me hubieras hecho esta propuesta un año atrás yo habría aceptado de inmediato, y sé que yo podría volver a sentir eso que una vez existió hacia ti en mi corazón. Pero no quiero que vivas tratando de engañarte a ti mismo.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora