🔹Equivocaciones🔹

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— Nate

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— Nate... — pronuncié.

Miré al chico frente a mi con atención. Casi podía escuchar su corazón retumbar en el pecho bien ejercitado de aquel joven de brillantes ojos verdes. Podía notar su emoción, una sonrisa quería emerger de sus labios, pero el nerviosismo lo traicionada a sobre manera, haciendo imposible que esto sucediera.

— ¿Qué hay del chico con el que has estado platicando? — pregunté en un tono sólo un poco más elevado que un susurro.
— Maddi, es Derick... — terció algo desesperado —. Rob es lindo y a veces siento que me entiende, pero...

Era la primera vez que escuchaba el nombre del famoso chico con el que mi amigo solía hablar.
Hizo una pausa en la que volvió a mirar por encima de su hombro comprobando que no había nadie cerca y luego se volvió a mí, aproximándose lo más que pudo, casi como que nuestras frentes se tocaron.
Cualquiera que hubiera pasado y visto por casualidad a través de la pequeña ventanilla situada en la puerta del salón habría pensando que nos estábamos besando.

— ¿Tienes idea de cuánto tiempo he vivido con este sentimiento por mi mejor amigo? — inquirió él mirándome fijamente.

Él no estaba mintiendo en definitiva.

— Si esta es la oportunidad de saber que quizás siente algo parecido a lo que yo siento por él... — tomó una bocanada de aire —, no voy a dejarlo pasar por un chico al que ni siquiera conozco.

Sentía un peso en el estómago y que el corazón se me encogió de pronto, era la primera vez que Nathan hablaba conmigo tan abiertamente de sus sentimientos y eso me conmovía. Quería con todo mi ser que amara siendo él mismo, no lo que sus papás o los demás querían que fuera o amara.

— Vale — dije yo al cabo de unos segundos en los que permanecí en silencio —. Que sea lo que tu corazón diga, Nate.
— Gracias, Maddi — respondió esbozando una sonrisa —. Esa es mi chica.

Rodeó mi cuerpo con un solo brazo, atrayendome hacia él y pegando sus labios a mi frente.

— Tú falsa chica. — exclamé sin poder evitar reír.
— No. — corrigió casi al instante.

Se separó un poco de mí y me miró desde su alta estatura.

— Quizá no seas mi novia, pero eres la mejor chica que ha estado a mi lado.

Un año antes de eso, si Nathan Reed hubiera ido a decirme eso así, de frente, tan cerca y mirándome a los ojos de aquella manera, me habría derretido cuál helado bajo el sol ardiente del verano. Sin embargo ahora, después de saber sus verdaderos sentimientos y tras estar enamorada del chico problemático y bromista que hace solo unos minutos me había encontrado tirada en el suelo del baño más sucio de la escuela, lo único que mi corazón llegó a sentir fue un gran aprecio por sus palabras.
Acorté la distancia que había entre nosotros y le di un gran abrazo hundiendo mi cara en su pecho. A lo que él respondió a ello envolviendo mi cuerpo con sus brazos, un abrazo que solo se rompió cuando el estruendo de la campanada en el corredor nos hizo volver a la realidad. Estábamos en el colegio.

Un favor para Nathan 	[COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora