Capítulo 28

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Me apresuré a salir temprano del departamento para ir a la oficina. No me importó que Pablo no viniese conmigo y dejar a Niccolò dormido en mi habitación, solo quería un café americano para mantenerme despierta, porque no pude dormir en toda la noche. Ojalá que hubiese sido por sexo y no por los pensamientos que no me dejaron dormir, ojalá que hubiese sido por quedarme bebiendo más vino con mi novio y no por estar mirando el perfil de Instagram de Jonathan, mirando sus escasas diez fotos que tiene publicadas.

—¡Dios mío! Tienes unas ojeras tremendas. ¿No quieres que te preste corrector?

—Tengo el mío, gracias Damaris.

Me giré en mi silla y entonces dirigí la mirada hacia el paquete que tenía a un lado de mí.

—¿Sabes si hoy viene el chico de paquetería? Necesito que se lleve esto, es para un envío a San Antonio.

—Creo que viene a las once. —Responde Damaris—. ¿Quieres más café? La asistente de Lizette va a ir por más.

—Sí, ¿por qué no?

Volví a girar la silla para ponerle atención a la pantalla de la computadora, pero el gusto no me duró mucho. Apenas escuché su voz saludando a medio mundo supe que no iba a tardar mucho en llegar hasta mí, ya ni siquiera quise continuar tecleando, Pablo estaría aquí en 3... 2...

—¿Cómo te fue anoche? Consté que te dejé dos horas a solas.

—¿Alguna vez has estado con alguien en la cama sin sentir algo? Ya sabes, ¿nada de nada?

—¡Noooo! ¿Qué pasó? ¿Se fue la chispa?

—Eso creo. —Le respondo, mirándolo sentarse sobre el escritorio—. No sentí nada, incluso me costó trabajo mantenerme mojada. De no ser porque estaba pensando en...

—¡Noooo! ¿El arqui?

Asentí con la cabeza, pidiéndole que bajara el volumen de su voz.

—Cuando ya no funcionan las cosas en la cama significa que ya no, ¿verdad?

—Supongo. —Responde, mirándome a los ojos—. A mi me pasó que mi ex ya no me la paraba. Si tienes razón, se acaba el sexo y se acaba todo.

Dejé escapar un suspiro, uno largo. Recordé entonces lo que vi anoche, a Nicco también le costó mantenerlo arriba.

—¿Y luego? ¿Cogieron y qué pasó?

—Se quedó dormido. Y yo tuve que tomar mi satisfyer y terminar con mi frustración en el baño.

—Tu relación ahora sí ya esta de la ver...

—¡Greta!

La voz de Lizette nos hizo terminar abruptamente con la conversación. Pablo abandonó de inmediato el escritorio y yo —de una forma muy nerviosa— volteé a ver la pantalla de mi computadora, tenía abierta la nota del brunch ya publicada en la página de la revista. ¿Habré dicho algo malo? ¡Pero hasta hablé de lo «enamorados y felices» que se ven los Alcázar! Y las fotos de Pablo están divinas.

—Me encantó la nota, supiste darme lo que quería. —Dice Lizette, dirigiendo la vista hacia la pantalla de mi computadora—. ¿Te gustaría asistir a la gala de Dior?

Creo que ni siquiera tenía que preguntarlo, ¿en dónde está mi invitación?

—Sí, claro. ¿Cuándo es?


 ¿Cuándo es?

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Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora