Capítulo 35

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Sabía que la vida en la Ciudad de México siempre suele ser muy acelerada y que después de tantos meses viviendo aquí ya debería estar acostumbrada, pero todo fue demasiado rápido. Dejar la lancha, tratar de encontrar a Pablo y a Adrián, pero al ser algo casi imposible tuve que dejarle un audio apenas explicándole por qué tuvimos que irnos. Buscar el auto, luego hacer el trayecto desde Chapultepec hacia mi departamento, recoger todas las pertenencias de Melanie en tiempo récord y hacer que cerrara la maleta, asegurarme de que no dejara nada en mi hogar y después volver a embarcarnos en el auto para movernos hacia el departamento de Jonathan, conduciendo lo más rápido posible antes de que los Farah me mandaran a la Interpol.

—Greta, yo no me quiero ir.

—Y yo tampoco quiero que te vayas. —Le digo, cerrando la cajuela una vez que saqué su maleta—. Pero no puedo hacer nada, ellos son tus padres y mientras sigas siendo menor de edad, no hay nada que pueda hacer para que te quedes.

Entramos juntas al edificio, la tome la mano antes de entrar al ascensor, ¿hasta cuándo la iba a ver de nuevo? Porque es seguro que después de esto, Brenda no va a aceptar que la vuelva a visitar en San Antonio y estoy segura de que le va a confiscar el pasaporte.

—Mel, pase lo que pase, sabes que yo te quiero mucho. ¿Sí?

—¿Por qué me dices eso?

—Porque estoy segura de que tu mamá es capaz de ponerme una orden de restricción.

La abracé fuertemente antes de que se abrieran las compuertas del elevador, sentí que los ojos se me llenaron de lágrimas y tuve que mirar hacia el techo para evitar que éstas salieran, no puedo permitirme que ella me vea llorar. Solo quería abrazarla porque no sé hasta cuándo voy a poder hacerlo de nuevo y quería por lo menos sentir su dulce aroma penetrar mi nariz una vez más antes de que los Farah se la llevaran.

—Del 1 al 10, ¿qué tan enojada está? —Le cuestiono a Jonathan apenas abrió la puerta.

—¡En tu vida te vuelvas a acercar a mi hija!

Brenda jaló con suma fuerza a Melanie del brazo, forzándola a quedarse de su lado, dándome una respuesta. Solo vi la expresión de dolor en su carita y la forma de agarrarse el hombro me hizo saber que la lastimó.

What the hell is wrong with you, mom? ¿Por qué odias tanto a Greta?

—Hablo en serio, Greta Santillana. —Brenda ignoró por completo lo que le preguntó Melanie—. No te quiero cerca de mi hija, tampoco te quiero merodeando en San Antonio. Y tú —finalmente volteó a verla—, es la primera y última vez que haces algo como esto, ese pasaporte va a estar conmigo 24/7 a partir de hoy.

No sabía qué hacer o decir, solo intercambiaba miradas con Carlos Farah y Jonathan, Melanie intentó acercarse a mí para refugiarse como si fuese una niña pequeña, pero Brenda la volvió a jalar hacia ella, impidiéndolo por completo. Ya no soportaba un minuto más esta situación, quería decirle la verdad, necesitaba hacerle saber a Mel que ella es esa niña de la que hablamos hace rato en el lago, que es adoptada y que los Farah no son sus padres biológicos.

Sin embargo, apenas iba a abrir la boca, me percaté de que Casandra entró a la sala y se paró a un lado de Jonathan. Todavía está vistiendo su pijama quirúrgica y se ha tallado los ojos, no entiende lo que está pasando pero los gritos de Brenda la han despertado al parecer. Esa forma de mirarnos me hizo saber que está buscando una explicación, no tenía la menor idea de por qué la esposa del padre de su novio me repetía una y otra vez que debía mantenerme alejada de su familia.

—Ya no quiero estar ni un minuto más en México. Carlos, vámonos.

—Pero yo no me quiero ir mamá, me quiero quedar con Johnny y con Greta.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora