Capítulo 62

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Todo se me hacía tan irreal, en verdad sentía que estaba soñando. Yo en el sofá con la computadora en las piernas terminando unos pendientes mientras que Mel está en la habitación con Medora escuchando a Taylor Swift con la Alexa de Jonathan. Se sentía como si esta fuera nuestra rutina diaria, ella como toda una adolescente encerrada en su habitación mientras esperamos a que Johnny llegue para cenar, es como si en verdad hubiésemos sido una familia durante los últimos catorce años.

Poco después de las ocho, Jonathan llegó. Se acercó a mí para darme un beso en los labios y Melanie no tardó mucho en salir de la habitación con Medora en brazos, quién sorprendentemente se ha dejado dar cariño en demasía por ella. Mel soltó a la gatita y entonces se acercó al sofá para sentarse conmigo a escuchar sobre cómo le fue en el trabajo a su padre. Tampoco perdió la oportunidad para contarle lo que nosotras hicimos hoy, como lo fue comer crepas en Coyoacán con mi papá y lo del tour por mi oficina, la cual todavía no ha superado.

—Y luego mi abuelo me compró un helado en el centro de Coyoacán, ¿por qué nunca me habías llevado?

—Porque siempre nos la pasamos de este lado de la ciudad cuando venías con Brenda y mi papá, pero ¿te gustó?

—Bastante, está cool. Y también me compró esta pulsera. —Melanie le enseñó su muñeca, una pulsera bastante colorida la adornaba—. Me lo compró en el mercado de artesanías.

—Tiene años que no voy, ¿qué tal?

—¿Podemos continuar con la plática en la mesa? —Pregunto, interrumpiendo la conversación—. Antes de que se enfríe la cena.

Jonathan me ayudó a traer la comida mientras que Melanie acomodó los manteles personales sobre la mesa de cristal, la forma en la que nos organizamos hizo posible que pronto pudiéramos sentarnos para disfrutar de la cena. La conversación siguió, Mel comenzó entonces a contar sobre los próximos planes que tenía con mi papá, como ir a jugar a Bolerama y también a las lanchas de Chapultepec, como él solía pasar su tiempo conmigo cuando era niña.

—Bueno pues, antes de que continúen haciendo planes para el verano quiero contarles algo.

—¿Qué? —Cuestiona Melanie con curiosidad.

Jonathan no pudo continuar. Escuchamos el interphone sonar, él se puso de pie y fue a ver de quién se trataba, apenas escuchó quién es nuestro misterioso visitante volteó a verme con una sonrisa.

—Creo que lo que tenía que decirles va a tener que esperar un poco más. —Menciona Johnny, mirándome—. Tenemos una visita.

Fue cuestión de minutos para que averiguáramos de quién se trataba. Apenas entró Pablo no pude evitar ponerme de pie para ir a abrazarlo, con fuerza en demasía, tanto que incluso él me levantó del piso.

—Mira que si no supiera que Pablo está con Adrián, estaría muy celoso de esta situación. —Dice Jonathan, tomando su copa de vino para darle un sorbo—. ¿Cómo estás, Pablo?

—Bien, hice una sesión por aquí cerquita y como Greta me dijo que su casa es mi casa, pues le tomé la palabra. ¿Están cenando?

—Sí pero siempre hay un lugar para ti. —Le digo, invitándolo a sentarse a un lado de Mel—. ¿Tienes hambre?

—¡Cómo no tienes idea! La sesión estuvo larguísima. Van a lanzar una edición especial de la revista por aniversario, entonces Liz nos tiene a todos trabajando como locos, en serio que te echo de menos Greta.

—¿Y cómo va a estar esa edición?

La pregunta de Melanie hizo que Pablo inmediatamente comenzara a hablar y hablar sin parar, captando por completo la atención de la adolescente. Jonathan entonces llamó mi atención y alzó su copa de vino, guiñándome, invitándome de alguna forma a tomar la mía también. A medida que los observaba, solo me di cuenta de que estoy con mi familia, la que tuve la buena fortuna de escoger, esa familia que tenía era la misma que quería que permaneciera unida por el resto de mi vida.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora