Capítulo 20

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El estómago se me revolvía de los nervios. No sabía si era porque aún me ponen nerviosa los aviones o porque en unas horas voy a conocer a Melanie. He estado dándole vuelta al mismo asunto durante los últimos días, esto era una completa locura y lo único que esperaba era que seguir a mi corazón haya sido la decisión correcta. Jonathan está a mi lado, como aquel día que íbamos juntos por primera vez a San Antonio, esta vez no está sosteniendo mi mano pero me hace sentir igual de nerviosa que en el lejano 2007.

—¿Te sientes bien?

—Aún me ponen nerviosa los aviones.

—¿Los aviones o yo? —Cuestiona, con ese tono de voz seductor que me hizo ganas de arrancarle la cabeza por lo que me hizo sentir.

—Johnny...

Lo miré con fastidio, acción que lo hizo reír.

—Vamos Greta, tú que viajas tanto, ¿en verdad todavía te da miedo?

—No es miedo, son nervios. Nunca sabes cuándo va a entrar en turbulencia... O cuando puede caerse.

—Exagerada.

Intenté regresar mi atención al libro que había traído conmigo, Dangerous Liaisons de Choderlos de Laclos, esa novela me ha encantado desde que iba a la universidad y ahora que la encontré entre mis cosas no iba a perder la oportunidad de leerla de nuevo. Sin embargo, los planes que Jonathan tenía para mí eran otros, husmeó un poco en mi lectura y posteriormente decidió interrumpirla, preguntando un:

—¿Qué le dijiste a tu jefa para ausentarte estos días?

—Que mi mamá tuvo un accidente y que me iba a quedar a cuidarla.

—¿Tu mamá?

—Sí, mi mamá. —Le digo, apenas mirándolo—. A Pablo le dije que iba a ver a Nicco en San Antonio, dos frentes cubiertos y cero preguntas, ¿qué tal?

—Pequeña mentirosa.

Me encogí de hombros, sonriendo sin separar los labios.

—Cuando una tiene pequeños secretos que esconder, se vuelve una mentirosa entrenada para justificar ciertas cosas en tu vida. ¿Lo olvidas?

—No, hace catorce años tuvimos que mentir tanto que era difícil distinguir la verdad de la mentira.

—Y henos aquí, lo seguimos haciendo. ¿O tú le dijiste a Casandra que venías conmigo? —Cuestiono, cerrando mi libro, mirando cómo dirigió su vista hacia otra parte con tal de evitarme—. Ves como no. Apuesto a que ni siquiera le has contado que nos hemos estado viendo.

—¿Para qué? Es ganarme miles de llamadas todo el día, si algo tiene aún es que sigue siendo muy celosa.

—Creo que algunas cosas nunca cambian.

Y nosotros nos esforzamos porque este triángulo vuelva a formarse, Casandra, él y yo, con un ligero cambio, ahora no andamos juntos para todas partes y la punta de la pirámide ni siquiera sabe que estoy de regreso. Creo que pensar en Casandra y en que estoy a unas horas de conocer a Melanie me han quitado las ganas de seguir leyendo. No sé que voy a hacer o decir una vez que la tenga en frente. Obviamente no voy a llegar diciéndole: «¡Feliz cumpleaños! Yo te parí hace catorce años pero me dio miedo hacerme responsable y por eso te di en adopción. Por cierto, los Farah no son tus padres, en realidad son tus abuelos y Johnny no es tu medio hermano, es tu papá. Mira te compramos esta crossbody». No, por supuesto que no puedo llegar y decirle eso.

—¿Ya pensaste en qué le vas a decir a Mel? Digo, ella me conoce por Instagram pero, ¿cómo vamos a justificar que me aparezca en su casa contigo?

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora