Las horas se han ido demasiado rápido. Desde que dejamos el aeropuerto de la Ciudad de México hasta que llegamos al hotel en San Antonio no pude dejar de sentirme con náuseas, quizás esa era la reacción de mi cuerpo por decir la verdad, sentí las mismas náuseas cuando Mel comenzó a seguirme en Instagram sin saber quién era y hoy que por fin voy a ser capaz de decirle toda la verdad, mi cuerpo no me ha dejado de dar señales de que todo puede salir mal, todo apunta a que así será.
Jonathan la vio primero. Se fueron juntos al venue en el que Saint Motel se iba a presentar y eso de alguna forma me dio mucho más tiempo para intentar organizar mis ideas respecto a lo que le iba a decir después de la cena, pero, ¿cómo iba a comenzar? ¿Qué le iba a decir? ¿Y si deja de hablarme de por vida? ¿Y si esto es una mala idea? ¡Dios mío! ¡Qué tortura! Y qué agotador es pensar en esto, qué agotador ha sido fingir los últimos quince años que todo ha estado bien cuando la realidad ha sido otra.
Greta Santillana: ¿Falta mucho para que termine el concierto?
Jonathan Farah: No, ya vamos para allá pero Mel está rara.
Greta Santillana: ¿Por?
Una chica se acercó a mí para dejarme unas papas fritas y las hamburguesas que le pedí. Elegí este lugar por lo que significó para nosotros la última vez que estuvimos aquí, porque antes de decirle la verdad, quería que pasáramos un momento agradable jugando bolos y comiendo lo que más le gusta a Melanie.
—Are you gonna need the shoes?
—Yes. My husband and my daughter are on their way. Number eleven for him, eight for me and seven and a half for my girl.
—Right. Gonna go for them.
¿Mi esposo y mi hija? ¡Vaya fantasía que me he construido! Pero la chica me creyó por completo y me dejó sola, tomando una papita frita para calmar mi ansiedad. El ruido de los bolos de alguna forma ahogaba los latidos tan fuertes de mi corazón, el cuál seguía latiendo con velocidad. El reloj en mi muñeca se iluminó y yo inmediatamente volteé a verlo, pero no era Johnny quien mandó el mensaje.
Pablo Luna: ¿Cómo estás? ¿Ya le dijeron?
Greta Santillana: Aún no, pero ya no deben tardar mucho en salir del concierto. Los estoy esperando en Bowlero.
Pablo Luna: ¿En serio? ¿En Bowlero? Pensé que elegirían un lugar más tranquilo para platicar.
Y yo también. Pero tal vez estar en este ambiente iba a ayudar a que todo fuera mucho más sencillo, o quizás solo es una excusa boba para buscar una zona de comfort dentro de todo el caos que va a ocasionar decir la verdad.
Greta Santillana: Aquí vienen. Solo deséame suerte y mándame un abrazo a la distancia, que lo voy a necesitar.
Pablo Luna: Sabes que si pudiera, tomaría ahorita mismo un vuelo hacia allá para estar contigo.
La chica me dejó los pares de zapatos para los bolos que le pedí. ¡Dios mío! Me sentía demasiado acalorada y ni siquiera hacía tanto calor, probablemente eran las luces del lugar o quizás mis nervios, no lo sé. Solo miraba y miraba el reloj en mi muñeca, Jonathan ya no contestó y siento que ya tardaron demasiado, ¿habrá tráfico? ¿Se habrán quedado comprando mercancía oficial de la banda? ¿Tanto le gusta Saint Motel a Mel? Creí que era más de escuchar a Ariana o a Taylor.
Oh... Ahí vienen.
Sentí que el corazón se me salía del pecho apenas los vi caminar hacia la mesa en dónde los estaba esperando. Me puse de pie y abrí los brazos, esperando recibir un abrazo de Melanie, pero ella pasó de largo, dejándome ahí sin tan siquiera saludarme. ¿Qué sucedió? ¿Acaso Jonathan se adelantó y le dijo algo? Porque simplemente se sentó frente a mí y no dijo nada, solo nos miró, de una forma glacial incluso. Busqué la mirada de Jonathan pero él solo se encogió de hombros y eligió sentarse a mi lado, quedando ambos frente a Melanie.
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Un Pequeño Secreto
ChickLitUna noche del 2007, dos adolescentes, alcohol y sexo por primera vez. Una noche que jamás olvidaron porque quedaron unidos de por vida a un pequeño secreto que tuvieron que mantener guardado por los últimos 14 años. Ahora que Greta ha regresado a Mé...