El corazón me latía con la misma fuerza que hace quince años, pero el sentimiento era diferente. No pude evitar recordar a esa adolescente que sostuvo en sus manos una prueba de embarazo positiva en uno de los baños de su escuela, con miedo de lo que venía, sintiendo que su mundo entero se venía para abajo. Esta vez, una sonrisa apareció en mi rostro, esta vez no me llené de pánico. ¡Claro! ¿Cómo no lo vi venir? Creí que mi periodo se había atrasado por el estrés del nuevo trabajo y la visita de Mel, además, llevaba un tiempo sin realmente cuidarme, era obvio que en cualquier momento podía pasar esto.
—¿Mamá? ¿Ya vas a salir del baño? ¡Se nos hace tarde! —Escuché a Melanie decir, tocando la puerta—. ¡Andaaaa! Ya sal, ¿qué tanto haces?
Dejé la prueba sobre el lavabo y me miré una vez más al espejo, tocándome el abdomen bajo. En verdad que no puedo creer que mi familia va a crecer con un integrante más, justo en el momento indicado, justo cuando todo está en su lugar. Esta vez, las cosas serían diferentes, es la vida dándome una segunda oportunidad de ser lo que no pude ser para Mel, quien apenas me vio me jaló de la mano para hacerme salir de la habitación del hotel. Jonathan ya esperaba por nosotras abajo.
Como siempre, impaciente, Mel apretó el botón del elevador, pero ha apretado el botón incorrecto de la desesperación, porque ese elevador va hacia arriba.
—Oye Greta, tengo que hacer algo que me pidió mi papá.
—¿Qué?
—Es que, te tiene una sorpresa ¿sabes? Y bueno, tengo que cumplir con mi papel de cómplice.
—Mel, eres la peor guardando secretos para las sorpresas.
—Sí, pero no te voy a hacer spoiler, solo necesito que cooperes un poco ¿okay?
Melanie sacó la pañoleta que compramos ayer en la Galería Vittorio Emanuele II y me la puso alrededor de los ojos, pidiéndome que confiara en ella y que guiaría mi camino. Solo sentía el elevador moverse hacia arriba y solo escuchaba a Mel hablar de lo mucho que me iba a gustar la sorpresa. El elevador se detuvo finalmente y entonces ella me tomó de la mano, haciéndome caminar con lentitud, a su paso.
Pronto sentí la diferencia en la temperatura de la mano que me tocó, Melanie estaba fría y la calidez del nuevo toque me hizo saber que ahora alguien más guía mi camino. No es imposible adivinar de quién se trata, conozco ese aroma demasiado bien, ese perfume que me encanta... Jonathan me ha hecho caminar unos cuantos pasos más hasta que nos detuvimos, él abandonó mi mano y de pronto, sentí como el nudo que estaba alrededor de mi cabeza poco a poco se iba soltando.
—No sabes cuánto tiempo esperé por esto, Greta.
Apenas pude volver a ver me di cuenta de lo que se trataba. La terraza más hermosa del hotel solo para nosotros tres, una mesa lista para que la cena fuera servida bajo la luz de las velas y jamás había visto tantas flores juntas más que en publicaciones en redes sociales. Volteé a ver a Melanie, ella estaba con ambas manos entrelazadas mirándome con emoción en demasía, ¿acaso...?
—Oh por Dios...
Jonathan se arrodilló frente a mí. Fue cuestión de segundos para que él sacara una caja azul del bolsillo de su saco, mostrándome después el precioso anillo que ha elegido para hacerme esa pregunta que me tenía con los nervios de punta.
—He perdido la cuenta de cuántos días y noches he pasado enamorado de ti. Pero estoy seguro de que quiero continuar amándote todos los días por el resto de mi vida, porque eres la mujer de mi vida, la primera... La segunda, por supuesto, es nuestra Mel. Y quiero que seamos una familia, quizás no tradicional como lo hubiese querido tu madre, pero una familia. Te amé desde que éramos adolescentes, te amo y sé que te amaré para siempre, incluso en otras vidas si es que pudiese hacerlo. Así que, Greta Santillana Urtaza, amor de mi vida, ¿te casarías conmigo? Will you marry me? Mi vuoi sposare?
Me hizo la pregunta en tres idiomas y yo le dije que sí en los mismos tres idiomas, me entregué con él en un abrazo y en un beso lento, un beso que confirmó mi respuesta. Apenas me puso el anillo en el dedo, Melanie se acercó a nosotros para darnos un abrazo enorme, tan enorme como mis ganas de decirles que pronto nos convertiríamos en una familia de cuatro.
—¿Entonces... para siempre?
—Para siempre.
FIN
ESTÁS LEYENDO
Un Pequeño Secreto
ChickLitUna noche del 2007, dos adolescentes, alcohol y sexo por primera vez. Una noche que jamás olvidaron porque quedaron unidos de por vida a un pequeño secreto que tuvieron que mantener guardado por los últimos 14 años. Ahora que Greta ha regresado a Mé...