Mayo, 2007
—Estoy muy confundida.
Me recargué en los barandales de la cuna blanca, Brenda está detrás de mí rogándome que no lo hiciera, pidiendo que continuara con el embarazo y ya se ha soltado a llorar mientras sostiene un peluche de un pingüino.
—Greta, ¿crees en los milagros?
¡Por favor que no meta a Dios en esto! ¿Cuántas veces no he escuchado ya esa frase últimamente? ¡No, no creo en ellos! Si existieran los milagros, en este momento yo estaría en casa acostada en mi cama escuchando a Nelly Furtado y mi única preocupación sería conseguir la Vogue del mes de Junio. Si existieran los milagros, algo hubiese interrumpido lo que pasó en la fiesta de Casandra, incluso que se me hubiese caído un vaso del gabinete en la cabeza —en dónde me tuvo Jonathan— para mí hubiese sido considerado un milagro. Hubiera preferido estar en urgencias con una herida en la cabeza que en la situación en la que estoy ahora.
—Porque yo siento que este es uno. —Continúa, al ver que no pienso responder a su pregunta—. Lo es.
—Me estás pidiendo que tenga al bebé para dártelo, eso me hace sentir como si fuera solo una incubadora, eso no es un milagro. Al contrario, si quisiéramos hablar de religión, yo considero esto un castigo por lo que le hicimos a Cass.
—No es un castigo, Greta. Y lamento mucho si mi petición te hizo sentir como una incubadora, ¡claro que no lo eres! Solo que, no sabes lo mucho que yo daría por ser madre, lo he deseado con todo mi ser desde hace muchísimos años. Tú no sabes lo mucho que Carlos y yo lo hemos intentado, todo el dinero que hemos gastado en tratamientos de fertilidad... Los ahorros de mi vida se han ido en ello. —Brenda se acercó a la cuna para dejar el peluche del pingüino en su lugar—. Hemos intentado adoptar pero se nos cayó una adopción porque la madre se arrepintió justo una semana de dar a luz y, toda la noche pensé en pedírtelo a ti porque es un ganar ganar para todos. Además, ese bebé lleva la sangre de mi esposo, es parte de la familia Farah.
Me negué con la cabeza, ¿qué clase de petición es esa? Nosotros estamos aquí porque en mi país no está regulado lo que queremos hacer, de lo contrario nadie se hubiese enterado de esto, Jonathan y yo hubiéramos encontrado la manera de hacerlo solos.
—El aborto no deja de ser un procedimiento médico que puede tener complicaciones.
—El embarazo adolescente también puede tener complicaciones...
—Perdón si sientes que te presiono, al final, es tú decisión. —Menciona, acariciando mi cabello—. Es tu cuerpo, es tu bebé, solo te estoy dando una opción para que no acabes con su y con tu vida. Créeme que si decides que el bebé se quede con Carlos y conmigo, nosotros lo vamos a amar como si fuera nuestro, lo vamos a cuidar, tendrá la vida que merece. Y tú podrás continuar con tus planes, podrás ir a la universidad y construir la vida que siempre has soñado.
Quería vomitar. No sabía si era por las náuseas con las que tengo que lidiar ahora siempre por la mañana o por todo lo que me dijo Brenda. Lo único que hice fue llevarme la mano a la boca y salí corriendo de la habitación con dirección hacia el baño, aguantándome las ganas hasta que estuve frente al retrete y lo saqué todo. ¡Eww! Con lo mucho que odio vomitar, es la cosa más horrible y asquerosa por la que estoy pasando.
Una vez que terminé, tomé un poco de papel higiénico para limpiarme la boca y jalé la palanca para que todo se fuera. Me puse de pie y me acerqué al lavamanos, los ojos me ardían así como la garganta, me sentía demasiado mal. Abrí el grifo para tomar un poco de agua y echármela en la cara y en la boca, cómo odiaba estos síntomas del embarazo, ¡los odio con todo mi ser!
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Un Pequeño Secreto
ЧиклитUna noche del 2007, dos adolescentes, alcohol y sexo por primera vez. Una noche que jamás olvidaron porque quedaron unidos de por vida a un pequeño secreto que tuvieron que mantener guardado por los últimos 14 años. Ahora que Greta ha regresado a Mé...