Ahora no sé cómo le voy a decir a Pablo. Sabía que de alguna forma, el que yo de un paso más con mi relación, lo va a hacer feliz. Pero también es cierto que estábamos acostumbrados a estar juntos todo el tiempo y de repente eso se terminó. Escuché el sonido de sus llaves y pronto la puerta del departamento se abrió, apenas me vio sentada en el sofá con Medora a mi lado, se apresuró a dejar sus cosas en una silla del pequeño comedor que tenemos y entonces se acercó para saludarme.
—¡Qué milagro! Desde que entraste a Vogue ya no te juntas con los que somos de otras revistas menos conocidas.
—¡Ay no seas así! Ayer ya llegué muy tarde y estabas dormido, hoy en la mañana salí temprano ¿y adivina qué? También estabas dormido. No quise interrumpir tu sueño.
—Está bien, está bien. ¿Recibiste lo que te mandé?
—La plantita ya está en mi escritorio, ¿no te llegó la foto por Whats?
—No tuve internet todo el día. —Dice, sentándose a mi lado—. Fuimos a hacer una sesión de fotos a una locación en medio de la nada, jamás había estado tan desconectado el mundo, te lo juro. Pero fue una experiencia bastante buena, que quizás no volvería a hacer pero estuvo cool.
Pablo inmediatamente puso atención en su celular, compartiendo conmigo que tiene un montón de notificaciones y mensajes por revisar, entre ellos, la foto que le envié al medio día. Me mandó una planta muy parecida a la que me regaló por primera vez para poner en mi cubículo y, aunque agradecía el gesto, creo que ni siquiera se dio cuenta de que esa primera planta solo me duró dos meses porque al parecer no soy tan buena cuidándolas. Medora se me escapó y entonces tomó lugar a un lado de Pablo, haciendo que dejara de hacer lo que estaba haciendo con su teléfono para prestarle atención a ella.
—Oww Medora, eres toda una attention whore.
—Pablo, tengo que contarte algo.
—Ayy no, por el tono de voz... Dime que no pasó algo con Mel, o con el testamento de tu mamá, o con la novia-ex novia de tu papá, o con el arqui, ¿estás embarazada? ¿Qué pasó con tu trabajo? ¡Ayy ya dime!
—Si me dejaras hablar, te diría. —Pablo sonríe ampliamente, guardando silencio, esperando a que le cuente—. Jonathan me pidió que me mude con él.
—¿Y te vas a ir con él?
No dije nada. Suelen decir que el silencio otorga la respuesta y Pablo supo interpretarlo inmediatamente.
—No me voy a enojar si te vas con él, sabía que tarde o temprano esto iba a suceder. Y es normal, es lo que toda pareja hace ¿cierto? Además con eso de que Mel ya sabe la verdad, supongo que buscan construir una familia juntos.
—No sabes cuánto te voy a echar de menos.
—Y yo a ti. Pero, que ya no vivamos juntos, no quiere decir que no vamos a seguir viéndonos. Podemos salir los fines de semana, siempre y cuando Adrián no me gane en tu agenda o que un photoshoot se interponga con nuestros planes.
—¿Sabes Greta? Jamás creí que la italiana mamona que llegó a las oficinas de la revista Clase como reportera de estilo de vida hace un año, se iba a convertir en mi mejor amiga. La mejor que he tenido en años.
—Ni yo creí que el fotógrafo metiche que me asignaron sin preguntar se iba a convertir en mi mejor amigo. El mejor que he tenido en años.
Pablo y yo nos abrazamos fuertemente, acción que hizo que Medora decidiera abandonar el sofá.
—¿Te la llevas a ella también? —Asentí con la cabeza, confirmándolo—. Genial, ¿ahora qué voy a hacer?
—Podrías decirle a Adrián que se venga a vivir contigo.
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Un Pequeño Secreto
Literatura FemininaUna noche del 2007, dos adolescentes, alcohol y sexo por primera vez. Una noche que jamás olvidaron porque quedaron unidos de por vida a un pequeño secreto que tuvieron que mantener guardado por los últimos 14 años. Ahora que Greta ha regresado a Mé...