Capítulo 21

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No podía dejar de ver la foto. Jonathan a la izquierda, Mel en medio y yo a la derecha, los tres sonriendo, el pastel de trufa frente a ella, la foto familiar perfecta. Me recosté sobre la almohada, aún mirando la pantalla, no podía dejar de pensar en Melanie. En su voz, en su aroma floral producto del perfume que usa, en lo mucho que se parece a mí... La tenía en la mente y no podía sacármela con nada, ni siquiera cuando hablé con Nicco pude dejar de pensar en mi pequeña.

Solo ansiaba que llegara el día de mañana, Melanie quería que Jonathan y yo la lleváramos a los bolos porque al parecer es una tradición que ya tiene con él. Iba a ser la oportunidad perfecta para conocerla sin tener a Brenda merodeando y vigilando cada paso que diera hacia ella. Solo quería que la noche se fuera rápido, ansiaba conocer mucho más de esa chica tan dulce que conquistó mi corazón apenas la vi.

[...]

Me desperté incluso diez minutos antes de que sonara mi alarma. Le mandé un mensaje a Pablo confirmándole que estoy bien y él me mantuvo al tanto de lo que sucedía en mi ausencia en la ciudad. Me duché y busqué entre mi ropa algo cómodo para usar, jugaríamos bolos así que tengo que dejarme de tomar tan en serio mi atuendo y dejar de estar en una pasarela eterna como diría Pablo. Vaya, voy a tener una salida familiar, mi mamá nunca usó tacones y un vestido cuando íbamos al cine o a los bolos a Coyoacán así que debo ir un poco más casual.

Maquillaje, perfume, una bandolera igual a la de Mel pero en color blanco. Jonathan fue puntual, a las doce ya estaba afuera tocando mi puerta, era hora de irnos.

—Vaya, esta vez fuiste puntual, ya estaba a punto de irme. —Dice, enseñándome las llaves del auto rentado—. ¿Lista?

—Eso creo.

—Yo creo que sí, te ves muy bonita. Siempre, ¿no? Siempre te ves bonita.

Sonreí sutilmente, la forma en la que lo dijo casi me hace sonrojar, me hizo un cumplido como si fuera un adolescente intentando hablarle a la chica que le gusta y eso me pareció encantador. Cerré la puerta de mi habitación y caminé junto a él hacia el ascensor del hotel, no estamos muy lejos del hogar de los Farah, así que ni siquiera iba a tener mucho tiempo para preparar en mi mente la conversación que me gustaría tener con ella. O tal vez ni siquiera debería planearlo tanto, solo dejar fluir todo, íbamos a pasar todo el día juntos los tres, no voy a poder controlar lo que pase a cada minuto como acostumbro a hacerlo.

—¿Y cómo vas con Niccolò? ¿Ya arreglaste tu situación para volver a Italia?

—Estoy en eso. ¿Cómo vamos? Bien, como cualquier relación a distancia.

—¿Cómo cualquier relación a distancia? No suenas muy convencida. —Menciona Jonathan, sin dejar de mirar hacia el frente—. ¿Qué quieres decir con eso?

—Pues sí... Es complicado, lo de no vernos.

Me mantuve en silencio, hoy no quería hablar de Niccolò, hoy solo quiero concentrarme en Melanie y en nadie más.

—La foto que nos tomamos juntos... —Jonathan llama mi atención de nuevo—. Solo teníamos una foto juntos los tres antes y en esa foto Mel seguía en tu pancita.

—¿Todavía la tienes?

—Bien guardada, pero sí.

—Odiaba que me tomaran fotos embarazada. —Recuerdo, mirándolo conducir—. No sé cómo lograste sacarme esa foto.

—Una selfie bastante improvisada con mi Kodak naranja.

Sonreí sin separar los labios, sí recuerdo ese momento. Siempre utilizaba ropa holgada para esconder mi embarazo lo más posible, pero ese día utilicé una blusa con la que mi vientre de seis meses se veía mucho más pronunciado. Jonathan me agarró desprevenida y me tomó dos fotos, una sola y otra los tres juntos, fotos que por supuesto se quedó él.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora