Capítulo 31

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Probablemente los tres de febrero dejaron de emocionarme después de los veinticinco. Cumplir años es igual a ganar más responsabilidades y a pesar de que esta mañana desperté con treinta y uno, todavía no me sentía lista para continuarlas ganando. Y es que la presión de los treinta y uno me respiraba en la nuca, socialmente quieren tanto de ti, que tengas casa propia, que estés casada y esperando a tu segundo hijo, porque claro, vivir con rommies es cosa de los 20's, a los treinta y uno ya debes tener un anillo en el dedo, dos hijos y un perro.

Reglas sociales que se me hacen la cosa más estúpida. La vida no es lineal, yo creí tener todo resuelto a mis veinticinco, tenía un trabajo perfecto que amaba con todo mi ser, dinero de sobra en las tarjetas, un loft ubicado en una buena zona en Milán, un novio maravilloso y amigas increíbles. Probablemente a mis veinticinco pensaba que la vida siempre iba a ser así, creo que nunca se me hubiese cruzado por la cabeza lo que iba a pasar a mis treinta... Y uno, recién cumplidos hoy.

¡Y los pasteles de cumpleaños! ¡Dios mío! Quedarte solo mirando mientras te cantan es una de las cosas más incómodas que odio hacer y Damaris ha organizado todo un show en la oficina. Ha llenado mi espacio de globos y me ha llevado un pastel muy colorido. Ha hecho que cada persona presente cante para mí y me feliciten, incluso Lizette lo ha hecho. ¡Y Pablo! No perdió la oportunidad de hacerme sentir más incómoda con sus fotos y la planta que me ha regalado. Porque claro, no hay nada mejor que regalarle plantas a tu amiga soltera de treinta y un años, solo le falto llegar con un gatito. ¡Pallina! Cuánto la echo de menos.

—¿Ya te escribió Melanie? —Cuestiona Pablo, comiendo un poco de pastel.

—No. A lo mejor está en la escuela.

—¿Y el arqui?

—Menos. ¿No te dije que me tiene bloqueada en WhatsApp? O eliminó mi número, cualquiera de esas dos.

Regresé mi atención a la computadora, es mi cumpleaños pero aún así tengo un montón de pendientes con la revista. Además, es jueves, ni siquiera hoy voy a poder celebrarlo como quisiera, no como lo hacía cuando vivía en Milán que prácticamente la primera semana de febrero se convertía en el «Greta Fest», una semana completa de fiestas y regalos, muchos regalos. Este año, por primera vez en once años, no hay Greta Fest y no sé cómo sentirme al respecto.

—Bueno, tal vez al rato te escriban. Además hoy es tu día, el día internacional de Greta Santillana Urtaza.

—No se siente como tal.

—Bienvenida a los treinta... Y uno.

—Qué feo suena eso, como tu tienes veintiocho, aún eres joven y bello. —Le digo, por mera exageración—. Aún produces colágeno.

—En verdad que eres el drama en persona.

Mi teléfono vibró, una llamada de FaceTime por parte de Alessia. Le pedí un par de minutos a Pablo y que me cubriera en caso de que Lizette me buscara, ¡vaya! Hace tanto que no la veía, se ha teñido el cabello de negro y aún me cuesta procesar ya no verla rubia. El cabello ha cambiado pero ella sigue siendo la misma, siempre tan energética y con ganas de contarme mil cosas en un minuto. Creo que me ha puesto al día con su vida en dos minutos, incluso me ha contado que Raffaella y Niccolò no duraron mucho tiempo saliendo, al parecer cuando ya lo hicieron oficial le quitó toda la emoción a su relación.

—Me dio mucho gusto verte Greta aunque sea por FaceTime, andaba calculando la hora para llamarte.

—Gracias, mi manchi tantissimo Alessia.

—Y yo a ti, ¡por favor ya regresa! Milán no es lo mismo sin ti.

Ni yo soy la misma sin Milán. Estos meses que he pasado en México me han cambiado por completo, quiero pensar que más para bien que para mal, pero no soy la misma Greta del año pasado, eso me queda bastante claro.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora