Capítulo 59

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Hace un año dejé Vogue Italia, con una caja llena de sueños rotos y toda mi carrera en Italia acumulada en las cosas que saqué de la que era mi oficina. Hoy, acabo de entrar a la que va a ser mi oficina en Vogue México, con una caja medio vacía porque realmente no tenía mucho que traer desde mi pequeño cubículo de mi anterior trabajo.

Dejé la caja sobre el escritorio de cristal y miré la silla blanca giratoria, es preciosa y se ve bastante cómoda. Además, me han dejado un kit de bienvenida con una linda dedicatoria en la tarjeta, invitándome a sumarme al gran equipo digital que han creado en cuya líder me voy a convertir a partir de hoy. Comencé a sacar el contenido de la caja, el organizador en dónde anteriormente tenía mis post-it, mis plumas, clips y esa mini-engrapadora que me regaló Damaris. Posteriormente coloqué un marco con la foto que tenía del cumpleaños de Melanie y otra más con Pablo en la última edición de Zona Maco a la que fuimos.

—Hola Greta, ¿cómo te sientes? ¿Cómo te hemos recibido? —Cuestiona Franco, haciendo que gire en mi silla—. No tengo el gusto de conocer las oficinas de Milán pero, espero que tu nuevo espacio te agrade.

—Es increíble, se siente como volver a casa.

—Esteban llegará mañana de su viaje, para que formalmente te lo presente. Ya ves que solo pudimos hacer la vídeo-llamada y no han tenido la oportunidad de sentarse para platicar frente a frente, algo que particularmente él ama hacer.

—Bueno pues, esperaré ansiosa esa conversación.

Franco se encargó de asegurarse de que mi estancia era más que cómoda, una vez que lo hizo, salió de mi oficina dejándome completamente sola. Encendí la computadora y posteriormente, tomé mi celular antes de dedicarme a iniciar mis actividades, tenía que enseñarle esto a Pablo. Extendí mi brazo, con la cámara frontal enfocando mi rostro, esperando a que él contestara mi llamada de FaceTime.

—Ciao ciao. —Saluda, caminando con el celular en la mano cerca de la Fuente de los Cibeles—. ¿Qué pasó?

—¿Estás ocupado?

—Estoy en un photoshoot pero todo tranquilo. ¿Y tú?

—Quiero mostrarte mi oficina, ¡tienes que verla!

—A ver, presúmemela. Cada rincón, por favor.

Volteé la cámara en el celular para poder enseñarle el espacio a mi mejor amigo, cada rincón como lo pidió. Le dije todo lo que pensaba hacerle a este espacio, como colocar algunas de las portadas de Vogue México que yo consideraba icónicas enmarcadas en la pared. Le enseñé mi vista, la ciudad se veía maravillosa desde este piso y también le enseñé mi escritorio, el cuál a su parecer todavía lucía muy vacío.

—Te hace falta una plantita, recuérdame que tengo que mandártela.

Más que una plantita, me faltaba él. ¿Con quién iba a pasar ahora mis tiempos libres? Y aunque odiaba ese título de «Reportera de Estilo de vida», amaba compartir esos eventos con Pablo. Sé que lo veré en la noche para la cena, pero ya me había acostumbrado a verlo a todas horas, a conducir con él a mi lado en las mañanas, a comer con él, a platicar con él en mis tiempos muertos en la oficina.

Y ahora tengo que empezar de nuevo, ahora tengo que descubrir quién es la Damaris de esta oficina, ¿quién lleva y trae los chismes aquí? ¿O quién es el de las playlist con canciones cool en Spotify? Vaya, creo que incluso eso tendré que hacerlo yo ahora. Ya no estará Gibrán con su playlist de canciones Indie en español que me encantaba cuando la ponía por ahí de las tres de la tarde, cuando todos estábamos cansados y con sueño terminando de redactar o editar.

Justo me siento como la primera vez que entré a Vogue Italia para hacer la pasantía, cuando salí de la oficina con intención de explorar no pude evitar pensar en esa chica tímida que recorrió cada pasillo de aquellas oficinas en Milán con curiosidad y miedo a todo, principalmente al fracaso, «¿Y si no soy lo suficientemente buena para esto?» «¿Y si se dan cuenta de que no tengo madera para esto y me echan?» «¿Cómo pagaré las cuentas si no duro ni un mes aquí?» Todos esos miedos e inseguridades regresaron a mi mente, ahora llenos de «¿Y en verdad voy a poder con esto?» «¿Y si no les agrado a los demás?» Franco no se ha cansado de alardear de mi estancia en Italia, y esa chica, la que está a la cabeza del Marketing Digital me ha mirado horrible de pies a cabeza.

Un Pequeño SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora