Viajar en metro apretujada por la gente todas las mañanas de camino al trabajo puede ser realmente agobiante. Para mí también lo es, aunque observar a las personas que me rodean o leer un libro lo hace un poco más llevadero. Algunos al igual que yo leen un libro o el periódico del día, otros escuchan música, también hay alguno que otro que va dando pequeñas cabezadas... Y luego están los que detestan sentirse observados, como la señora que está sentada frente a mí y me mira con cara de muy pocos amigos. Aparto rápidamente mi mirada de la suya intimidada para esconderla entre las páginas del libro que me empecé a leer anoche.
Llega mi parada y me bajo del metro a toda prisa para poder llegar a tiempo al edificio de la editorial de libros donde trabajo, "Letras que curan". Soy escritora, llevo escribiendo historias de terror desde pequeñita, pero bueno, aún me considero una aprendiz ya que solo tengo 23 años. Hace unos 2 años que me contrataron en esta editorial. Estuve trabajando primero como secretaria y después de atreverme a presentarle mis escritos e ideas al director, conseguí la oportunidad de publicar mi primer libro. Además, me encargo de traducir al español los libros que están escritos en inglés.
Nada más entrar saludo a la que me sustituyo como secretaria y voy hacía mi oficina, no sin que antes Sam venga corriendo a darme un fuerte abrazo. Es mi mejor amiga aquí en Madrid junto a su compañera de piso Anaju. Ella fue con la que primero hablé cuando llegué a la editorial y desde el primer momento supe que íbamos a ser muy buenas amigas. Escribe poemas y son preciosos.
—No te vas a creer lo que me ha pasado.
—¿Qué? —le pregunto intrigada.
—Ya sabes que siempre voy a la misma cafetería donde trabaja el chico que me gusta, ¿no?
—Sí. ¡No me digas que por fin se ha atrevido a pedirte una cita! —niega con su cabeza.
—Aún no, pero hemos estado hablando y ay... —dice suspirando —Es más mono —me río.
—Te gusta muchísimo eh —asiente sonrojándose.
—Pues sí, pero no lo sé la verdad, creo que él solo me ve como una amiga... —dice con tristeza.
—Eh, estoy segura de que eso no es así Sam. No pierdas la esperanza, ¿vale? —suspira.
—¡Decir eso es fácil para ti, que te vas a casar! —refunfuña como una niña pequeña y niego riendo.
No nos da tiempo a hablar mucho más porque nuestro director, Iván, nos llama a todos por megafonía para que nos reunamos en una sala. Allí nos presenta al nuevo ilustrador que ha entrado en la editorial, Hugo. Un chico rubio con tatuajes.
—¡Hola! Bueno como ya me ha presentado Iván, soy Hugo y estoy muy feliz por esta oportunidad. Tengo muchas ganas de empezar ya a trabajar aquí en lo que me apasiona con todos vosotros. Y pues nada, eso, no me enrollo más —dice riendo algo nervioso —. Gracias —le aplaudimos y se sienta en uno de los sitios libres en la parte de delante.
—Joder, qué bueno está el nuevo... —me comenta Sam por lo bajo y no puedo evitar soltar una carcajada. Esta chica es de lo que no hay... Pero tiene razón, es guapo y está muy bueno la verdad.
Iván nos explica alguna cosa más y luego, ya podemos irnos cada uno a nuestra oficina a trabajar. Sam y yo vamos a salir de allí cuando noto la mirada del chico nuevo sobre mí mientras habla con Iván. Le sonrío y él a mí también, parece majo.