Ha pasado ya una semana desde que Iván nos propusiera a Hugo y a mí hacer un libro juntos. Y aunque no sea mucho, tenemos una idea de cómo serán los personajes y también hemos detallado un poco más la trama. La verdad es que me siento súper cómoda trabajando con Hugo, hace que todo esto sea más fácil para mí ya que yo aún sigo algo bloqueada. Además, nos estamos haciendo muy buenos amigos, no podemos parar de hablar sobre cualquier cosa y me lo paso genial con él.
—¿Eva? ¿Hola? ¿Estás ahí? —chasquea sus dedos delante de mi cara para sacarme de mis pensamientos y me río avergonzada.
—Sí, perdón. ¿Qué pasa?
—Pues que acabo de hacer un boceto y quería enseñártelo a ver si te gusta. Pero ya te aviso de que no es nada del otro mundo eh...
—Tú enséñamelo y luego ya te diré —se ríe.
—Vale —en el boceto que me enseña veo la figura de una mujer, la que sería nuestra prota Lyra, recogiendo un premio junto a la figura de un hombre, un famoso director de cine que también es sospechoso de su muerte. Muerde sus uñas nervioso esperando mi reacción —. Mal, ¿no?
—Qué vaa, Hugo. Si está súper bien enserio. Me gusta mucho —me sonríe tímidamente.
—Gracias. No sé, solo quería probar a ver qué tal quedaba dibujada la escena que habíamos pensado. Y pues para tener algo por ahora. Luego ya lo cambiaremos por algo mejor y así... —niego.
—Está muy guay Hugo, de verdad.
Nos quedamos mirándonos por unos segundos.
—Si tú lo dices... —dice sonriendo y me río dándole un pequeño golpe en el brazo.
—Idiota —se ríe.
—Por cierto, he leído casi la mitad de tu libro este finde. Me costó un montón empezarlo por la pereza que me da leer... —niego riendo —. Pero tengo que confesar que ahora estoy enganchado a la historia.
—Aw, gracias —nos sonreímos.
—¿Qué tal tu finde?
—Bien. El sábado ya sabes que tuve una cita con mi novio y a parte de eso, pues tampoco es que haya hecho mucho más —asiente.
—¿Y... Estás mejor con él después de la cita y así?
—Pues no mucho la verdad...
—¿No? ¿Por? —me pregunta frunciendo el ceño.
—A ver, la cita en sí fue genial, pero solo duró esa noche porque para el siguiente día ya estábamos igual. No me refiero a discutir, sino a que casi ni hablamos porque se pasó todo el día trabajando aunque fuese domingo, y hoy no dormirá en casa...
—Pues vaya. Sin ofender, pero es un gilipollas.
Suelto una carcajada y vuelvo a pegarle en el brazo.
—¡Oye! No le insultes.
—Lo siento pero es lo que pienso —se defiende.
Niego sonriendo.
—Puede que tengas razón y a veces sea un poquito gilipollas. Pero aún así, es mi novio y le quiero.
—Ya... Bueno, ¿seguimos trabajando? —cambia rápido de tema y se aleja de mí para ir a su sitio.
—Sí, claro —respondo algo confusa. Me sonríe levemente y vuelve a centrarse en sus dibujos.
Después de pasar horas repitiendo la misma acción de borrar todo lo que escribo porque no me gusta, al fin creo haber conseguido escribir algo decente.