Capítulo 8

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Me despierto al sentir los labios de Eric depositar besos por toda la zona de mi cuello y sonrío. Parece que ya se le ha pasado el enfado que tenía anoche... Me giro hacía él y conectamos nuestras miradas.

—Lo siento mucho, cariño. Sé que últimamente no dejo de comportarme como un imbécil contigo... Pero quiero solucionarlo de verdad —acaricia mi cara —. Eres lo más importante que tengo, Eva.

Le sonrío levemente y entrelazo nuestras manos.

—Solo necesito que seas el Eric del que me enamoré hace cuatro años... —le pido ya que a veces siento como si no le conociese de nada.

—Sigo siendo el mismo, solo que no es fácil llevar todo el peso de la empresa de mi familia sobre mí. Sé que no es una excusa pero... —suspira —. Ahora además está tu compañero, ese tal Hugo que...

Frunzo mi ceño.

—¿Qué tiene que ver él en todo esto?

—Pues que estoy celoso, joder. Tengo miedo.

—¿De qué? Hugo y yo solo somos amigos.

—Pero pasáis todo el día juntos y al final puedes acabar sintiendo cosas por él y... No te quiero perder, Eva —me dice con tristeza y niego.

—Eso no va a pasar, ¿vale? Yo te quiero a ti Eric.

—Vale —me sonríe y yo a él.

—¿Crees que podemos volver a ser lo que éramos?

—Sí, claro que lo creo cariño —se acerca a mí para besarme y yo le correspondo de inmediato, pero por alguna extraña razón no me siento igual. No puedo dejar de pensar en que no estoy besando al mismo chico del que me enamoré hace cuatro años.

Sus manos exploran todo mi cuerpo mientras su boca besa mi cuello con mucha más pasión y se coloca encima de mí. Eric me gusta y me atrae físicamente por supuesto. Es guapo y tiene un cuerpo increíble... Pero ahora mismo soy incapaz de concentrarme en lo que estamos haciendo.

Aún así, dejo que siga haciéndolo. Porque somos novios, estamos prometidos, nos deseamos y nos queremos. Dejo que continúe porque esto es solo un momento de fragilidad en nuestra relación que claramente vamos a superar. O eso quiero creer.

Me sigue tocando y besando con tanta pasión que acabo convenciéndome de que está bien, que deseo esto tanto como él. Por eso no le detengo cuando con una embestida entra en mí, y acompaño sus movimientos provocando que él gima con fuerza.

Termina explotando en un orgasmo, aunque yo no puedo acabar junto a él esta vez. Algo de lo que se percata cuando jadeando abre sus ojos y me mira.

—Lo siento —susurra con culpa apartándose de encima de mí. Niego con una pequeña sonrisa.

—No pasa nada, mi amor. Siempre no se puede —contesto restándole importancia y le abrazo. Él me sonríe devolviéndome el abrazo con más fuerza.

—¿Nos casamos este verano?

—¿Este verano? —le pregunto sorprendida.

—Sí. ¿Qué pasa? ¿No quieres?

—Claro que quiero. Es solo que ahora quiero estar centrada en el libro y no sé... Me parece un poco precipitado para prepararlo todo la verdad...

Todo no es casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora