"Espero sentada en el sofá viendo una peli a que Eric llegue a casa del trabajo. Mañana me voy a Barcelona con Hugo e Iván, y aún no le he contado nada sobre el viaje. Sé que no le va a hacer ninguna gracia que me vaya y seguramente se enfadará. Como ya lo hizo el verano pasado cuando las chicas y yo planeamos irnos a Grecia, y por eso al final no fui. Justo me acababa de pedir matrimonio y no quería que volviésemos a estar mal. Así que me convenció y me quedé con él.
Pero esta vez no. Quiero ir, cambiar de aires, ver el mar... Es por eso que he esperado hasta el último momento para decírselo, así no podrá convencerme para que me quede porque ya tengo los billetes del avión y todo lo demás preparado.
Escucho la puerta de casa abrirse y seguidamente sus pasos llegar hasta el salón donde estoy yo.
—¿Todavía estás despierta? —me pregunta con sorpresa al verme aquí. Se acerca para dejar un corto beso en mis labios y sentarse a mi lado.
—Sí, es que quería hablar contigo sobre algo.
—Dime, ¿qué pasa?
Suspiro jugando con mis manos nerviosa.
—Mañana me voy a Barcelona.
—¿Qué? —frunce su ceño confuso.
—Sí, bueno, vamos con Iván como representantes de la editorial a una conferencia sobre lectura...
—¿Y me lo dices ahora?
—Es que tenía miedo de que te enfadases...
—Pues claro que me enfado, Eva. No vas —suelta tajantemente. Antes de que se levante del sofá, me siento a horcajadas sobre él y le abrazo fuerte.
—Amor, por favor, no te enfades. Solamente será este finde y estaré de vuelta contigo.
—Que no seas pesada, Eva. No vas a ir y punto —me aparta de él y se va para nuestra habitación.
Respiro hondo y voy enfadada tras él. Hago todo lo posible por no discutir pero ya no puedo más.
—Tú no me mandas, Eric. Estoy harta de hacer siempre todo lo que tú quieres. Por una vez quiero decidir por mí misma qué hacer con mi vida. Así que si quiero irme a Barcelona este finde, voy a ir.
Se ríe con sarcasmo.
—¿Pero qué cojones dices, Eva? ¡Estás loca! ¡Deja de comportarte como una puta cria! —me grita y siento las lágrimas que estaba intentando detener hasta ahora empezar a resbalar por mis mejillas.
—No creo que me merezca esto —me atrevo a decir con un hilo de voz —. Sé que yo tampoco soy la novia perfecta, pero siempre te apoyo en todo y tú nunca lo haces conmigo. Todo lo que hago te parece mal. A veces te pasas días sin contestarme, me ignoras... Casi todas las noches tengo que dormir sola, y ni siquiera sé dónde estás. ¿Cómo coño voy a estar ilusionada por casarme contigo cuando siento que ya no te conozco, ni te importo absolutamente nada? Dímelo, porque yo cada vez lo tengo menos claro. Lo único que estás consiguiendo comportándote así es que me aleje cada vez más de ti. Y me estás perdiendo, Eric.