Termino de atar los cordones de mis zapatillas, lista para ir al piso de Hugo, cuando recibo un mensaje de Iván. Nos felicita por nuestro libro, el cual nos dice también que la editorial va a publicar antes del verano, y no puedo sentirme más feliz.
Salgo de la habitación rápidamente para ir hasta el salón donde Sam está sentada en el sofá viendo una de sus series favoritas, Friends. Anaju ha salido a tomar algo con unas amigas de su trabajo, y Flavio no tardará en venir a este piso para estar con Sam.
—¡¡Van a publicar nuestro libro!!
—¡¡Ahh!! —se levanta del sofá para abrazarme con fuerza —. Jo, estoy súper orgullosa de ti amiga.
Nos sonreímos.
—Es que no me lo creo... ¡Que este va a ser ya mi segundo libro! —digo súper emocionada y se ríe.
—Te mereces todo lo que te está pasando porque has trabajado muchísimo por ello, Evi —le sonrío.
—Te quiero mucho, Sam.
—Y yo a ti, pequeña —nos volvemos a abrazar hasta que mi móvil suena de nuevo. Hugo me pregunta si voy ya para su casa, que no puede esperar más para verme, y me es inevitable sonreír como una idiota —. ¿Es él, no? —me pregunta sonriendo divertida.
—Sí.
—Aww. ¡Qué monos! —niego riendo.
—No me hagas hablar de Flavio y de ti, eh —se ríe también —. Bueno, que me voy ya. ¡Hasta mañana, guapa! —nos despedimos con otro fuerte abrazo.
Hugo me abre la puerta de su piso con una sonrisa ladeada en los labios, repasándome con su mirada.
—Hola, preciosa —me sonrojo.
—Hola, idiota... ¿Me vas a dejar pasar o qué? —le pregunto sonriendo burlonamente tras quedarnos mirándonos por unos segundos. Muerde su labio, sonriendo también, y se aparta para dejarme pasar.
Aunque nada más cierra la puerta, me acorrala contra ella, estampando sus labios contra los míos con urgencia. Mis manos se enredan en su pelo y las suyas recorren mi cuerpo mientras seguimos comiéndonos la boca intensamente. Hasta que la falta de aire nos obliga a tener que separarnos.
—¿Has leído el mensaje de Iván?
—Sí, y estoy muy feliz... No me lo creo la verdad.
—Ni yo —digo y nos reímos.
—Hacemos un buen equipo juntos, enana.
—El mejor —nos sonreímos. Roza mi nariz con la suya suavemente y vuelvo a juntar nuestros labios, esta vez en un beso más dulce. De pronto se separa de mí y va rápidamente hacía la cocina —. ¡Hugo! ¡Ven aquí! —me quejo y le oigo reírse desde allí.
—Voy, un momento, que me había olvidado ya de la cena que estaba preparando para ti —sonrío.
—Aw, gracias, mi amor. ¡Te quiero mucho! —oigo como se vuelve a reír y no tarda en venir con ello.
Lleno su cara de besos cuando se sienta a mi lado en el sofá y luego, empezamos a comer la ensalada y el pollo con verduras que ha preparado para mí.
—Menos mal que has preparado algo porque ya me moría de hambre.
—No me digas, qué raro... ¿Tú teniendo hambre? —me dice con ironía vacilándome y le saco el dedo.