Siento pequeñas caricias por mi cara y abro lentamente mis ojos encontrándome con los de Hugo, que ya me estaban mirando, y me sonríe.
—Buenos días, preciosa —me susurra con la voz ronca provocando que un escalofrío recorra todo mi cuerpo. Sonrío con timidez y escondo mi cara en el hueco entre su hombro y su cuello, dejando un pequeño beso que le hace temblar ligeramente.
Podría quedarme aquí para siempre, en este huequito, aspirando su olor, disfrutando de las suaves caricias que deja por mi cuerpo, sin importar lo que pase a nuestro alrededor.
—Qué bien hueles, Hugoo.
Suelta una carcajada y me aprieta contra él.
—Y tú.
Vuelvo a sonreír y alzo mi cabeza para besar suavemente sus labios, a la vez que mis manos acarician su pecho. Él desliza las suyas hasta la zona baja de mi espalda, intensificando el beso.
Nuestras lenguas comienzan a jugar, un juego en el que ya nos estamos volviendo expertos. Mariposas revolotean en mi estómago sin cesar, como nunca antes lo habían hecho. Junto a otras desconocidas y adictivas sensaciones, que me hacen no querer parar lo que está sucediendo entre nosotros.
Pero nuestra burbuja explota en el momento que mi móvil suena avisándome de un nuevo mensaje.
Suspiro contra su boca y sin ninguna gana por separarme de él, estiro mi brazo para coger mi teléfono. La culpa vuelve a invadir mi cabeza cuando veo que el remitente del mensaje es Eric, aún guardado como "amor💘" en mis contactos.
"Buenos días, cariño.
Espero que todo haya ido genial y hayas disfrutado mucho del viaje a Barcelona. Como me dijiste que ya hablaríamos cuando volvieses, no te he escrito nada estos días. No quería molestarte. Sé que las cosas no están bien entre nosotros y seguramente sigas enfadada conmigo, algo que por supuesto me merezco. Pero si me dejas, me gustaría ir a recogerte al aeropuerto.
Te quiero❤️"Respiro profundo unas cuantas veces para intentar contener las lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos, pero no funciona. Las manos también me tiemblan dificultándome así escribir una respuesta.
Miro a Hugo que se ríe con sarcasmo después de haber podido leerlo él también al estar a mi lado.
—Lo siento, no he podido evitar leerlo... —se disculpa —¿Qué pasó? ¿Por qué dice que estás enfadada con él? —me pregunta con seriedad.
—¿Podrías llevarme hasta mi casa cuando lleguemos allí? No quiero tener que enfrentarme a él en el aeropuerto. Prefiero hacerlo en casa... —digo evitando contestar su pregunta. Suspira y asiente dejando un pequeño beso en mi frente.
—Claro, enana —sonrío triste.
Le contesto a Eric que no hace falta que venga a recogerme al aeropuerto, que ya nos veremos y hablaremos en casa, y vuelvo a dejar mi móvil en la mesilla de noche. Me acurruco en el pecho de Hugo y cierro los ojos mientras él acaricia mi pelo.
No sé cuántos minutos pasan hasta que deja de acariciarme el pelo para mirar su reloj y resoplar.
—Iván nos va a matar.
—¿Por qué?
—Pues porque en menos de una hora tenemos que estar en el aeropuerto, Eva.