Mis ojos se abren lentamente acostumbrándose a los primeros rayos de luz que entran a través de la ventana de nuestra habitación. Me giro para ver si Eric duerme a mi lado, pero no hay ni rastro de él.
El ruido del agua caer me hace saber que está en la ducha y que pronto saldrá para irse al trabajo. Yo aún podría dormir al menos una hora más antes de irme a trabajar, pero quiero hablar con él sobre lo de ayer. No me gusta estar mal con nadie y menos con el que es mi novio y será mi futuro marido.
Llevamos juntos como novios casi cuatro años, pero nos conocemos desde hace ya unos seis. Nos conocimos en la universidad ya que estudiábamos lo mismo e íbamos a la misma clase. Estaba claro que nos gustábamos, pero ninguno de los dos nos atrevíamos a dar ese paso más allá de la amistad. Después de pasar dos años siendo solo amigos, por fin me pidió salir como novios. Él ha sido mi primer y único novio. Nuestros primeros dos años juntos fueron increíbles, me acabé enamorando de él y él también de mí. Todo iba genial hasta que decidí dejar la carrera. No le gustó nada que la dejase para dedicarme a mi trabajo actual y tuvimos un montón de peleas por eso. Pero al final creo que lo fue aceptando y para superar ese pequeño bache en nuestra relación, me pidió matrimonio. Ahora, las cosas vuelven a estar bastante raras entre nosotros. No pasamos casi tiempo juntos por el trabajo y cuando lo pasamos, siento como si no le importase demasiado...
Unos minutos después, sale del baño ya vestido para irse a trabajar. Al verme sentada en la cama, frunce su ceño y se acerca sentándose a mi lado.
—¿Qué haces despierta, cariño? Si hasta dentro de dos horas no tienes que ir a la editorial, ¿no?
—No, pero quiero hablar contigo.
—Eva, ahora no puedo, tengo que ir a trabajar.
—Ya, como no. Últimamente no tienes tiempo para nada más que tu trabajo —suelto molesta y resopla.
—Mi trabajo es muy importante para mí, ¿vale? Y más siendo el negocio de mi familia. Me estoy esforzando un montón cada día para poder relevar el puesto de mi padre en la empresa y lo sabes.
—Sí, lo sé y lo entiendo. ¿Pero qué pasa conmigo?
—¿Contigo qué, Eva? Esto lo hago por los dos, quiero que tengamos un buen futuro. Porque si no lo haría, ganaríamos una mierda y no tendríamos ni para pagar esta casa —me río sarcásticamente.
—Yo también trabajo Eric.
—¿Pero tú crees que vas a seguir trabajando ahí en el futuro? No, con escribir no te vas a ganar la vida.
Suspiro frustrada con ganas de llorar otra vez.
—¿Me quieres? —me mira totalmente confuso.
—¿A qué viene esa pregunta ahora?
—Necesito saber si de verdad me quieres, Eric.
—Pues claro que te quiero, sino no estaría contigo y mucho menos te habría pedido matrimonio Eva.
—¿Y entonces por qué nunca me apoyas? —le pregunto intentando detener mis lágrimas.
—No digas tonterías. Claro que te apoyo, Eva. Solo pienso que no ves la realidad de las cosas. Sé que trabajar como escritora es tu sueño y que te hace muy feliz, pero a veces eso no es suficiente...
—Pues lo siento mucho pero yo voy a seguir escribiendo. Me da igual que sea difícil o no gane una mierda, al menos estaré trabajando en algo que me hace feliz. Ah, y también voy a aceptar la propuesta que me hizo ayer Iván, te guste o no.
Me levanto de la cama enfadada y me encierro en el baño. Me siento en el váter y siento como empiezan a resbalar sin parar las lágrimas por mis mejillas.