Cap 7

9 6 0
                                    

Ayel entro al bosque con las pulsaciones a mil.

No reconocía los olores.

Joder siseo.

Corriendo trato de percibir un rastro de olor. Al borde de la frustración lo percibió...

—La niña. —como alma que le lleva el diablo Ayel corrió hacia el rastro de olor.
En estos momentos es cuando realmente agradecía a los dioses ser una Were Hunter.
Corrió hacia el interior del bosque. El aroma llegaba a ella cada vez más fuerte.
Corrió hacia unos árboles y al rodearlos la niña la miro asombrada y quedo petrificada.

—Menos mal...

La niña se levanto del suelo como pudo y corrió para alejarse de ella.

Ayel fue más rápida y la tomo del brazo. —No pienso hacerte daño. —le susurró y se agacho para tomarla de los hombros.

La niña le gruño e intento morderle. Ayel se alejo. La niña corrió.

—Joder. —Ayel se levantó y la volvió a alcanzar para tomarla de la muñeca sana.

Pero para cuando lo hizo un hombre armado llegó a ellas.
Ayel se petrificó y la niña se tenso bajo la mano de ella.
El hombre les apunto con el arma y le dijo algo a Ayel. No podía entender pero no le importó.

—No voy a dejar que la lastimes.

Tomando a la niña lo puso detrás de ella para hacer un escudo con su cuerpo.
.
.
.

Urías tenia los nervios de punta. Caminaba de un lado a otro como un animal enjaulado.
Su sangre estaba caliente y odiaba no poder hacer nada. Mirando a Alex
quien dormía en la cama se relajo. Ayel regresaría. Lo haría.

—Y yo la mataré... —suspiró dramáticamente
.
.
.

Ayel se movió antes que el hombre lo hiciera. Tomo el rifle y lo golpeo con el haciéndolo retroceder y aturdirlo. Pateándolo en el estomago lo hizo caer. El hombre la pateo de igual manera. Ayel convocó su espada le asesto dos cortes en el pecho
y la cadera haciéndolo sisear para luego golpearlo con el mango de su arma y dejarlo tirado.

—Vamos. —tomando a la niña del brazo la llevo con ella y corrieron de regreso al pueblo.

Dos disparos detrás de ellas las hicieron detenerse. El mismo hombre las seguía.
Ayel tomo a la niña y colocándola de nuevo a sus espaldas. Apareció su arco. No podía usar su técnica pero si el arco.
Apareciendo una flecha la coloco en su lugar y con un buen tiro le clavo la flecha en la mano haciendo que tirase su arma. Luego otras dos más terminaron en su hombro y pierna haciéndolo caer inconsciente.

Ayel la tomo del brazo y al girar sobre si los otros dos hombres estaban parados frente a ellas.

La niña abrazo la pierna de Ayel y la apretó.

Ayel siseo —No pienso entregarla...

De los dos hombres uno rio.

—No sabes en lo que te estás metiendo.

Ayel quedo petrificada, le entendía. Sin dejarse asombrar siseo. —Claro que lo se, no permitiré que le hagan daño a una pobre niña.

—¿Niña? —rio él —Mujer no sabes de lo que hablas. Ella no es una niña es un monstruo.

Ayel no conocía monstruos salvo los Daimon. Negando los miro con cara asesina.

—Créeme, yo igual puedo serlo si intentan dañarla.

El hombre la apuntó con su rifle. —Ya veremos eso.

Ayel empujo a la niña y arremetió con el hombre. Convocando su espada desvío de manera ancestral las balas. Girando sobre si le corto al hombre su pecho y luego le clavo la espada en la pierna.

—¡Ah! —siseo antes de caer al suelo donde Ayel lo golpeo con la empuñadura de la espada.

El segundo hombre le disparo rosando su brazo por poco.
Ayel siseo de dolor. Y lo miro enojada. Pero antes que pudiera acercarse él hombre cayó al suelo inconsciente. Ayel lo vio caer al suelo y a Urías detrás de él.

—Vámonos. —siseo él.

Ayel tomo a la niña quien estaba en el suelo sin moverse. —Vamos.

Corrieron los tres de regreso al cuarto de hotel tratando de no ser vistos.

Entrando Urías cerro con llave y miro a Ayel quien se tocaba el brazo y un pequeño hilo de sangre salía de el.

—¿Estás bien?

Ella asintió. —Sanará dentro de poco.

Urías le tomó de los hombros y le sacudió —¿¡EN QUÉ ES-TA-BAS PEN-SAN-DO!? —preguntó y la dejó de sacudir.

Ayel parpadeo varias veces hasta centrarse. —No podía dejarla sola.

Ayel y Urías miraron a la niña quien estaba en una esquina del cuarto sentada abrazando sus rodillas.

Urías respiró hondo. La niña se veía desorientada y aterrada.

—¿Dónde esta Alex?

Urías le mostró que dormía en la cama. —No iba a dejarte sola.

Ayel quería golpearlo por lo imprudente que fue al dejarlo solo, pero ella también lo fue.
Si moría en el bosque él también y Alex hubiese quedado solo.

Asintiendo Ayel camino a la niña. —Hola... —susurró agachándose a su lado.

La niña se pegó lo más que pudo a la esquina intentando alejarse.
Urías llegó a ella e imito a Ayel.

—¿Puedes decirnos tú nombre? —le preguntó ella pero la niña no les contesto. —No vamos a hacerte daño... —Ayel intento acercar su mano para rodar su hombro pero la niña gruño y dándole un zarpazo le alejó la mano. —Inténtalo tú... —miró a Urías.

—Corazón...—Urías miro sus bellos ojos verdes claros los cuales tenían un matiz de miedo transformados en asombro al ver que hablaba español —No vamos a dañarte... —susurro él —Sólo queremos ayudarte. Mi esposa quiere saber tú nombre. ¿Puedes decírmelo?

Ayel realmente no se cansaba de escucharlo hablar español.

La niña los miro a ambos pasando los ojos del uno al otro. Para el asombro de ellos, la niña negó.

—¿Qué pasa? —preguntó Urías —Puedes decirnos con calma. Nosotros vamos a llevarte con tú familia. Pero para eso debes decirnos. ¿Puedes?

La niña volvió a negar, Ayel miro a Urías. —¿Qué le preguntaste?

—Su nombre pero sólo niega.

—Pregúntale por sus papás.

Urías miro a la niña. —Corazón, ¿cómo se llaman tus papás? Podemos buscarlos.

Ambos quedaron petrificados al verla sollozar. Con el corazón dolido ambos
entendieron que sus padres no estaban vivos.

—Lo sentimos. —susurro Urías. —Puedes llorar si lo deseas... —Él estiro la mano para tocarle el hombro.

El asombro fue que ella le dejó. Pero en cuanto Urías lo hizo siseo y alejó su mano.
La niña lo miro asombrada. Y sus lágrimas fluyeron más.

—¿Qué pasa? —preguntó Ayel al verlo soplarse la mano y a la niña hundir su cabeza entre sus rodillas.

Urías miro de nuevo a la niña pero no dijo nada. Sólo la observó. Ayel no entendía nada. Al cabo de unos segundos la niña levanto la cabeza estupefacta mirándolo con los ojos cuadrados por el asombro.

—Ágata... —susurro Urías y miro a Ayel —Se llama Ágata.

Ayel lo miro ceñuda. —¿Cómo sabes eso?

—Porque Ágata es un Were Hunter.

Unidos... |Trilogía Were Hunter #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora