Cap 9

11 3 0
                                    

Ágata dormía en la cama acurrucada en un extremo como si aún fuera un jaguar.
Alex dormía en el otro extremo.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Ayel mientras rodeaba con sus brazos la cintura de Urías y apoyaba su mejilla en su pecho mientras él tenía la espalda apoyada en la puerta del baño y le pasaba las manos por la espalda mientras los miraban dormir.

—No lo sé, ni siquiera podemos teletransportarnos. —suspiro él

—Y Alex está aquí... —Ayel lo miró —He cometido un error. Nos he puesto en peligro, he puesto a Alex en peligro.

Urías le tomo el rostro con las manos y le masajeo sus mejillas con los pulgares.  —No Ayel, —acercándose a ella le dio un beso en la frente —Has hecho lo correcto. Sin ti Ágata estaría en un circo siendo maltratada. Gracias a ti irá a casa donde la podrán
cuidar y mantener a salvo.

Ayel sonrió un poco más tranquila. Colocó su rostro debajo de su cuello e inhaló el aroma a sándalo que desprendía él. —Aún no logró entender como es humana...

—Ni yo, pero tal vez en su aldea lo sepan.

—Loco ¿no? Esa historia del dios jaguar de la Luna.

Urías asintió. —Cada país tiene su propia versión de las leyendas.

Ayel observó a Ágata. —La admiro. Con sólo 4 años es más fuerte e inteligente que nosotros.

—Al parecer no sólo en nuestro país se vive al limite.

—¿Cómo es que ahora puedo hablar español? —le miró

Urías sonrió —Un viejo truco. Me alegra que haya funcionado —dijo mientras le acariciaba la espalda

Ayel sonrió divertida —Pues dime el truco.

—No es común pero puedes compartir cosas con otros dándoles un poco de tú conocimiento. Me llevaría meses enseñarte español pero como no había tiempo decidí intentarlo.

—¿No lo habías hecho antes? —ella lo miraba con una ceja alzada

Él negó.

—Bien, si no te castro. —dijo al volver a colocar su mejilla en su pecho.

Urías rio —Usualmente tocas la cabeza de la persona a la que quieras ayudar pero contigo lo hice diferente, por eso me alegro de que haya funcionando.

Ella lo miro de nuevo —Igual a mi... —Ayel le miro los labios —Si vas a compartir cosas conmigo no encuentro otra manera. —dicho esto se puso de puntillas y le beso tiernamente.

Urías gruño ante los cálidos labios de Ayel. Le tomo de la cintura y le devolvió el beso.

Ayel se separo de él —¿Deberíamos tratar de contactar con Gretel?

—Tal vez, pero lo haré yo. Los hombres deben estar buscándolas. No podemos dejar que las encuentren así que iré a comunicarme con ellos. ¿Qué les digo?

Ayel lo pensó. Estaba segura que Gretel se teletransportaria de inmediato si le decía en que estaban metidos y no se irían. Ella no iba a dejar que más gente se involucrará.

—Diles que me he enamorado de este país y que pasaremos algunos días más aquí.

Urías asintió. —Lo haré.

[...]

Gretel estaba a acostada en la cama acurrucada a lado de Nick.
Él dormía tranquilamente con respiraciones calmadas. Amaba a este hombre.
En un principio se había negado a pensar en él como algo más que amistad. Eran dos especies diferentes y aún así no podía pensar estar sin él. Agradecía a las parcas el poder quedar emparejada con él.
Su celular sonó y Nick gruño. Gretel estiró la mano y lo tomo.

—¿Hola?

—Hola Gret.

La voz de Urías la hizo levantarse de la cama —¿Pasa algo?

—No, estamos en Rio de janeiro. Pero Ayel quiere pasar unos días aquí. Dice que quiere visitar la ciudad.

Gretel hizo una mueca. –Pásamela. Quiero hablar con ella.

—Está durmiendo. ¿La despierto?

—No... —negó ella —¿Están bien?

—Si, ya tenemos el dinero que nos depositaron, nos quedaremos unos días más y luego iremos a casa.

Gretel suspiró —Bien, sólo quiero que se cuiden.

—Claro Gret. Los cuidare a ambos.

—Los dejo en tus manos Urías. —sin más Gretel colgó.

[...]

Urías suspiro, odiaba mentir. Pero tenía que hacerlo.
.
.
.

“Ágata... — la voz de la mujer susurraba en su mente. —Ven a mi querida... —su voz era suave y delicada —Esos hombres las encontrarán. Sólo yo puedo salvarte.”

Ágata sacudió la cabeza para evitar seguir escuchando la voz.

“¡Vienen por ti! –grito la mujer”

Ágata abrió los ojos.

“¡Corre!”

Ayel miro a Ágata quien despertó agitada. —¿Todo bien?

Ágata la miro.

.
.
.

Urías dejó el teléfono que presto de una casa y suspiro cansadamente. Ahora sólo quedaba ir al bosque en busca de la familia de Ágata. Mientras esperaba para cruzar la calle un auto paro en frente del hotel y bajaron cuatro personas quienes llevaban
rifles con ellos. En Brasil era normal. Pero al verlos revisar el lugar y empezar a subir las escaleras. Urías creyó morir.
.
.
.

Ágata negó —No... Todo está bien

—Si tienes algún problema me lo puedes decir.

Ágata asintió.

La puerta se abrió de golpe.

Unidos... |Trilogía Were Hunter #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora