6: "𝑪𝒐𝒏𝒇𝒆𝒔𝒊𝒐́𝒏"

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Impaciente, subía por el ascensor de ese exclusivo hotel en donde la había hecho suya la última vez que la había visto. Saber que la volvería a ver le aceleraba todos los signos vitales, irremediablemente. Con un texto, Victoria le había hecho saber que había cogido la misma habitación para ese improvisado encuentro y eso alteraba aún más todo en su interior.

Todo se derrumbó, cuando llamó en la puerta y ella le abrió con los ojos muy hinchados y los labios rojos de tanto llorar. Su corazón se oprimió al verla realizar un mohín con su labios y se apresuró estar dentro para abrazar su semblante tan frágil y derrotado.

—Él me acusa de que todo es mi culpa. De que su reputación puede acabar en la basura por lo que dije... Esteban, me siento presa a su lado y ya no sé que hacer... —Sollozó cuando le miró a los ojos y él le besó la frente para rodearla con su cuerpo. Que más quisiera, que poder liberarla de ese tipo y de todo ese dolor que la dejaba tan vulnerable. Esteban decidió que no le gustaba verla de ese modo.

—Oh no Victoria, eso no es cierto y usted no es responsable de nada absolutamente. —Dijo manifestando su molestia con la tensión de todo su semblante. Le partiría la cara al imbécil de Mendoza, por causarle tanto daño a una criatura tan sensible como lo era aquella mujer. ¿Como podía ser tan cruel? ¿Acaso no podía ver la frustración en su hermosa mirada? El destino era tan injusto. Con lo que daría él por poder amanecer a su lado y sentir su aroma de mujer a su alrededor a todas horas. Habían quienes disponían de lo que no se merecían. Ya estaba divagando otra vez...

—Es que cada vez que lo miro, no logro recordar que es lo que me unió a él alguna vez, y no puedo evitar pensar en los años que pasé, esperando recibir algo de alguien, que quizás, nunca existió. —Dijo sobre su camisa. Esteban proporcionaba caricias por el largo de su espalda. Él la comprendía tanto.

—Ya no piense más en eso por ahora. Descanse un momento y olvídese de todo. —Propuso él, mientras intentaba reconfortarla entre sus brazos. Victoria se aferró a él enterrando la nariz en su camisa, él olía maravillosamente igual que la última vez.

—Lo siento, lo siento... —Repitió varias veces, mientras le rodeaba la cintura con sus brazos. Esteban levantó su mentón y le besó la mejilla antes de dirigirse a su lluviosa mirada.

—No tiene que disculparse, estoy aquí para lo que usted disponga. —Le recordó mientras recargaba su rostro contra su pecho nuevamente. —Al horario que sea, no importa. Nada mas importa. —Dijo mientras se mecía brevemente de un lado a otro con ella entre sus brazos.

Victoria lloró con angustia intentando liberar lo que oprimía su corazón y él no se apartó un solo instante, resistiendo a su lado. El aroma de su jabón de baño lo inundó cuando apoyó su nariz sobre su cabello y tuvo que detener sus instintos, ella se veía derrotada, sus sentimientos se encontraban en contradicción.

Varios minutos después, Esteban se encontraba de pie junto a la cama viendo hacia el ventanal cuando ella salía del baño.
Se veía tan bien junto a aquella imponente vista de la ciudad a sus pies, era un ejecutivo y efectivamente se veía como uno tan interesante, quizás misterioso, atractivo, pensó observandole ahora con atención. Su boca se secó nuevamente al recordar que ella había sido parte de su cuerpo alguna vez y el mismo se volteó al sentir el peso de la intensidad en su mirada verde. Su cuerpo correspondió a su presencia al instante y ella sólo pensó en la idea de sentirlo nuevamente entre sus piernas, acoger esa sensación con cada espacio de su piel, besar sus labios y recibir sus besos, hasta la liberación. "Se oye ideal" le murmuró su inconsciente.

—¿Ya se va? —Preguntó con ansiedad y luego de grandes zancadas, Victoria lo tuvo frente a frente. Ella sonrió ante esa acción, era mejor que removiese sus pensamientos nada decentes, se dijo buscando la hora en el reloj que adornaba su muñeca.

𝑨𝒑𝒓𝒆𝒏𝒅𝒊𝒛⊰ [ParejaTekila]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora